Hay días de perros, decimos cuando nada  nos sale al derecho. Nos bloqueamos cuando algo ha fallado en nuestro  proyecto diario, pero no pasa nada, incluso ni nos damos cuenta cuando  muchas cosas salen mejor que como las habíamos pensado. Solo le damos  importancia a las cosas fallidas y eso nos desanima y repercute en  nuestro ánimo y moral.
Ejemplos  a montones, pero uno muy significativo y que nos puede servir mucho es  lo que ocurre ahora entre el Real Madrid y el Barcelona. Resulta que  porque el Madrid haya ganado la copa del Rey, con más suerte que buen  juego, ha pasado a ser favorito de todo e incluso a ser considerado  mejor que el Barcelona.
La  realidad ha sido muy diferente, sólo ha cambiado el resultado, que  muchas veces no coincide con lo que ha pasado en el juego real. El  Barcelona ha ganado en los dos partidos por juego y oportunidades. Sólo  ha ocurrido que unas veces la fortuna y otras, el buen hacer del  portero, que también juega, han logrado inclinar la balanza. El juego es  así y nada que objetar. 
Pero  de ahí a considerar la supremacía del Madrid es más una fantasía  psicológica que la pura realidad. Independiente de lo que pueda pasar en  los partidos que restan, es razonable considerar al Barcelona, por lo  menos hasta ahora, mejor equipo que el Madrid. También eso dicen los  resultados y los éxitos. El Barcelona lo ha ganado todo en estos últimos  años, está a punto de ganar la liga, ha ganado la Supercopa y está en  la champion.
Reflexiono  sobre esto porque en muchas ocasiones permitimos que esa mala fortuna  que resultó mal deja flotando en nuestra memoria una imagen negativa que  llena casi por completo la "pantalla" de nuestra mente. Lo positivo  queda desdibujado y desvalorado y sólo se mantiene presente lo negativo,  lo que no ha salido tal como queríamos. Confundimos sensaciones con realidades.
Y podemos extrapolar ésto a actos y hechos mucho más cotidianos y ordinarios. Según el Señor Alfonso Aguiló Pastrana,  del cual recojo muchas ideas para este reflexión, este estado de ánimo  sucede por, por ejemplo, la forma que tiene de comer, o que deja  desordenado lo que usa, o pierde las cosas, o habla en tono que nos  resulta desagradable. O que a lo mejor ha dejado de tener determinada  deferencia con nosotros.
O nos repite algo que dijimos en un  momento de enfado y estamos hartos de que nos lo recuerden otra vez más. O  quizá sucede al revés, y somos nosotros los que recordamos una y otra  vez aquella ocasión en la que nos sentimos tan molestos y ofendidos. La  lista de ejemplos podría ser interminables, y muchos de nosotros nos  podemos sentir identificados.
Y  esto repercute en nuestro estado de ánimo de tal forma que llega a  influir en cosas tan importantes como enemistar el matrimonio, la  amistad de un amigo o simplemente una relación profesional. La pérdida  de un torneo o copa hace que muchos amigos se peleen o que cuando se  llegue a casa se rompa la armonía de forma peligrosa y amenazadora.  Realmente, ¿qué ha pasado?
Y  esto no sirve para nada, porque a pesar de que todas estas cosas  negativas sean ciertas y objetivas, que no suelen serlo demasiado en la  opinión del Señor Pastrana, ese modo de recordarla, continúa, y de  tenerlas presentes no ayuda en nada a resolver las cosas. Además,  podíamos hacer también una lista de muchas cosas agradables y positivas  que suelen quedar en el olvido. Todo sería muy distinto si ambos, si los  grupos y comunidades trataran de esforzarce en recordarlas, y procurar  las circunstancias necesarias para que se repitan.
Por todo ello, debemos preguntarnos  de vez en cuando: Si seguimos planteando estas cuestiones e ideas de  forma negativa, ¿dónde podemos terminar?, ¿qué vamos a conseguir?,  ¿hacia dónde nos dirigimos?. Y he aquí lo más importante de lo  reflexionado y en donde creo se encuentra toda la sustancia de la misma: "Una persona ha de ser capaz de tomar de vez en cuando un poco de distancia sobre sí misma",  y analizar sus sentimientos como si estuviera contemplando a otra  persona, para así actuar sobre ellos. De lo contrario, resultará  enormemente vulnerable ante los vaivenes de sus estados emocionales. 
Se hace difícil, sin embargo,  conseguir este equilibrio. Al parecer no es fácil pero sí muy necesario.  ¿Cómo, pues, hacerlo? Porque cambia el modo de ser necesita tiempo y  esfuerzo. Y lo corrobora el Señor Pastrana, afirmando que realmente es  cierto. De todas formas, también nos alienta a que tampoco tiene que ser  siempre así. Se puede cambiar en poco tiempo. Muchas veces se comprende  mejor una cosa en un relámpago de claridad que en años de pedaleo.
Y ahí entro yo, ¿nos nos recuerda  eso a algo? ¿Acaso no tenemos fe en la Gracia actual? ¿Es qué el  ESPÍRITU SANTO no está asistiéndonos? ¿Es verdad qué creemos? Esa es la  pregunta que debemos contestarnos y respondernos, porque de tener una  clara respuesta dependerá nuestra actitud antes estas cosas. 
Es ESPÍRITU SANTO está para  asistirnos tan pronto como nosotros creamos en ÉL, e iluminarnos con ese  fogonazo, ese rayo de Gracia actual para ese momento concreto que la  oscuridad nos deja sin luz, confuso, desconcertado y perdido. Creo que  eso es lo que nos transmite el Sr. Pastrana, posiblemente desde la  realidad psicológica, pero yo, sin descartar ésta, confío en la Gracia  del ESPÍRITU que nos asiste e ilumina en los momentos que los  necesitamos en nuestra vida.
A veces, continúa el Sr. Pastrana
  De esta manera, es difícil sacar nada en claro. Pero la culpa no sería  de la película, porque con ese modo de verla no podemos saber si es  buena o mala. Hay que tomarla con su ritmo, y entonces te haces una idea  del argumento, y de los personajes de las emociones que suscita, y  entonces capta nuestra atención, y viéndola disfrutamos al tiempo que  notamos que nos enriquece.
De la misma manera, si en la mejora  personal logras un ritmo más rápido, entonces te haces una idea de lo  que ganas, y de lo que aún puedes ganar, y te gozas con ello, y eso  mismo te anima a seguir adelante en ese empeño. 
Cuando  descubres que lo invertido en ese logro es más importante, esto ya lo  digo yo, que lo invertido en lo material, estás descubriendo que no hay  mejor inversión que invertir en la fe, en la creencia que con DIOS lo  puedes todo. Experimentas el cien por uno. No hay nadie que pueda  superar esta inversión. Es la mejor y la que nos llena eternamente. 

Hola Salvador,
ResponderEliminarsiempre, absolutamente siempre es un grato placer visitarle y aprender.
Recibe un abrazooo grandeee
beatriz