Me resulta un misterio cómo tanta gente permanece indiferente e intrascendente
ante el camino de la vida.
Me pregunto: «¿Cómo es
posible que personas cultas y con sentido común no se preocupen por
saber qué ocurrirá después de esta vida?» De verdad, no lo
entiendo.
Aún me resulta más desconcertante cuando algunos, sintiendo la muerte cerca por causa de alguna
enfermedad, o porque la vejez anuncia que ya el final está cerca, no reaccionan
a esa llamada que Dios tiene con ellos en muchos momentos de su vida.
Pero, ¡eso sí,
seguro!, Dios, nuestro Padre, siempre nos está llamando. Y no porque se me
ocurra decirlo yo, sino porque el mismo Jesús nos lo ha dicho. Leamos con
atención la parábola que nos dice en el Evangelio de Mt 20, 1-16: El reino de
los cielos se parece a un propietario que salió a … Después de leerla detenidamente,
convergerá que ese propietario representa a su Padre Dios
que sale a cualquier hora del día a buscarte, a decirte que cuenta contigo, y a
invitarte a que vayas a trabajar a su Viña.
Porque, es en su
Viña donde recibirás el salario que te hará feliz eternamente. De ahí mi asombro
y misterio al ver que muchos no le responden al Señor, ni siquiera escuchan el
contrato que Él les ofrece. Posiblemente, no hay otra explicación: sus
mentes seducidas por la autosuficiencia, acaban sometidas y secuestradas por el
maligno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.