De todo un poco, mucho de sombras y quizás menos de luces. Hay muchas oscuridades en nuestras vidas, oscuridades que nos impiden ver, nos desorientan y nos confunden. Y es en esos momentos cuando también equivocamos el camino. Por eso hay tantas cosas mal hecha en la vida de los hombres.
Cosas mal hechas en el terreno político, social, familiar, legislativo, jucidicial...etc. Por eso, nuestro mundo está lleno de errores y atropellos. Por eso, hay enfrentamientos, guerras, muertes, pero también egoísmos, envidias que ensoberbecen y ocasionan asesinatos y toda clas de injusticias que siembran sufrimientos y el mal.
Cuando se sigue esa estela de oscuridad y ese camino de sombra autosuficiente, significa, aludiendo a las palabras del Papa Francisco: "estar satisfecho de sí mismo; estar convencido de no tener necesidad de salvación.¡Aquellas son las tinieblas! Cuando uno se adentra en este camino de las
tinieblas, no es fácil dar marcha atrás. Por ello Juan continua, porque
quizás este modo de pensar lo ha hecho reflexionar: ´Si decimos de
estar sin pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en
nosotros´. Miren sus pecados, nuestros pecados: todos somos pecadores,
todos... Este es el punto de partida. Pero si confesamos nuestros
pecados, Él es fiel, es justo hasta perdonarnos los pecados y
purificarnos de toda iniquidad. Y nos presenta - ¿no es
verdad? - a aquel Señor tan bueno, tan fiel, tan justo que nos perdona".
Quizás sea este el camino que necesitan reflexionar nuestros dirigentes, nuestros políticos, nuestros educadores, también nuestra Iglesia.
"Cuando el Señor nos perdona hace justicia - prosiguió diciendo el
Obispo de Roma- sobre todo a sí mismo, porque Él ha venido para
salvarnos y perdonarnos", acogiéndonos con la ternura de un padre hacia
los hijos: el Señor es tierno hacia aquellos que lo temen, hacia
aquellos que van hacia Él y con ternura nos comprende siempre, quiere
donarnos aquella paz que solo Él da. Esto -afirmó - es lo que sucede en
el Sacramento de la Reconciliación aunque tantas veces pensemos que ir a
confesarnos es como ir a la lavandería para limpiar la suciedad de
nuestra ropa: Pero Jesús en el confesionario no es una lavandería: es un encuentro con
Jesús, pero con este Jesús que nos espera, que nos espera como somos.
La consecuencia de todo esto es la situación donde nos encontramos. La luz se hace cada vez más difícil de encontrarla. Da la sensación de que vivimos en un mundo cada vez más en sombra. Y es que no buscamos la luz donde se encuentra, sino en el mundo, donde no está.
Es lo que trae como consecuencia el obrar mal la libertad que Dios nos regaló, su regalo más preciado, la libertad de elegir entre el bien y el mal, y el mal, casi siemore, es más seductor que el bien. Un abrazo
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