En estos momentos, llenos de angustia e incertidumbre, me siento muy gozoso y feliz. Me doy cuenta de que es un gozo interior que nace de la paz de saberme mirado y querido por ALGUIEN que colma todas mis ansias de felicidad. Por eso, la angustia y ansiedad que pueda tener por mis cosas de aquí abajo, no eclipsan la esperanza que tengo puesta en ese ALGUIEN a quien cada día me acerco más. Soy consciente al mismo tiempo de todas mis limitaciones, fallos, caídas y errores, y aún creo y dudo sí debo estar aquí en este momento escribiendo o debo estar en otro lugar. Me siento interpelado constantemente por las gracias de estado que pueda estar recibiendo y no estar respondiendo, pero sí de una cosa estoy seguro en estos momentos: me he decidido a escribir porque siento una inclinación irresistible a hacerlo y porque me siento gozoso y feliz haciéndolo. He tenido momentos de emoción en el transcurso de mi reflexión que me hacen saborear el preludio de ¿que será la plena felicidad?
Y es que momentos felices que te llenen completamente no son fáciles de encontrar con las cosas que este mundo nos ofrece y da. Hay sí felicidad, pero la felicidad que se siente cuando uno se encuentra querido y acompañado por el único que puede llenarte completamente es algo diferente e inenarrable desde la mente humana. Es la experiencia, supongo, de los santos. Todo esto sale como un fuego interior que no puedo retener y que necesito testimoniar y manifestar para gloria de DIOS nuestro PADRE.
Quiero exponer una reflexión que me ha surgido con la lectura del articulo de Armado Vallejo sobre el voto político. Y es que sobre los programas de todos los partidos políticos, o casi todos, no se habla de algo que debe interesarles mucho a todos: el triunfo de la vida sobre la muerte. Se prometen muchas cosas, que luego se quedan en el tintero, sobre todas las que más nos benefician, pero no se toca el problema que todos, absolutamente todos más deseamos: el triunfo de la vida sobre la muerte. ¿Que nos pasa? ¿Es que hay miedo? Pues lo tengamos o no todos experimentaremos esa experiencia, valga la redundancia, de pasar de la muerte a la vida, porque una cosa es cierta, y creo que es la única certeza, que tenemos que morir. Luego, ¿como es posible que le dediquemos tan poco a interesarnos por esa realidad?
No me contenta que solo me prometan mejor salud, más tiempo de vida. Quiero toda la vida si es posible y sí tú no la puedes ofrecer, deja que otro la ofrezca: la Iglesia en nombre de JESUCRISTO. ¿Que le ocurre al Sr. Bono? ¿No cree en la otra vida? ¿Le parece que se puede permanecer en un partido que en algunos casos la mata: el aborto? ¿Se puede creer en la vida y por otro lado aceptar la muerte? ¿Se puede estar con DIOS y con otras cosas a la vez contrarias a su voluntad? ¿Es que la obra continuadora de JESÚS no está conferida a la Iglesia? ¿Y él si sigue los dictámenes de su partido? ¿Y quien o quienes los establecen? Para los próximos votantes he de decirles que hay alguien que te promete vivir para siempre en cuerpo y alma, sin listas de espera, sin más visitas al médicos, sin más problemas de la cesta de la compra, ni de viviendas, ni... ese es JESUCRISTO. ÉL lo demostró; muchos lo comprobaron; y hoy en pleno siglo XXI lo sigue demostrando, sólo hace falta mirarle cara a cara, creer en ÉL y tener paciencia, pues el camino que tenemos que recorrer es duro, ÉL lo recorrió primero, pero la esperanza del triunfo vale la pena. Todo lo demás, por muy bien que lo pases ahora, se queda aquí abajo. Vivir sin esperanzas me parece muy pobre, irracional y sin sentido. El único sentido de la vida está en responder a nuestra vocación de eternidad.