Las novias era el otro tema. En mi época, cuenta Pedro, los chicos y las chicas estudiábamos por separados. Así, al parecer, lo indicaba la ley de educación, que de alguna manera asesoraba la Iglesia. Las oportunidades de relacionarnos con ellas quedaban postergadas para momentos puntuales de fiestas patronales u otras celebraciones. Existía el peligro del pecado y los bailes, que definen la evolución del camino de cada época. No quiero entrar en detalles si así debe ser, o como se propone ahora. Eso no es lo que me propongo. Solo reflexiono en alta voz, a través de la palabra escrita, y tú, lector, si te dignas leerlo, decidirás según tú creas. Eso, sí, siendo sincero y haciéndolo desde la verdad.
Manuel, se paró y mirando a Pedro, le dijo: ─¿piensa que las diferencias deben tenerse en cuenta a la hora de educar y que esa igualdad, que hoy se propone, parte de inicios equivocados?
─No somos iguales ─ dijo Pedro ─. El hombre es diferente, siente diferente y su cuerpo es diferente. Está como diseñado para ser complemento con la mujer. Hay características que se destacan en unos y otros que les hacen diferentes y, por supuestos, complementarios. Es notorio que hay diferencias físicas y órganos diferentes. La mujer es la hembra y en el seno de la que se forman los hijos, pero, que solo engendra con la acción del hombre. Y esto no da lugar a ninguna bien intencionada discusión. Es la familia, la que se forma cuando un hombre y una mujer deciden hacer un proyecto de vida común por amor. Sus hijos serán esa prolongación de su amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.