El motivo de tantas separaciones se esconde en los egoísmos personales y las faltas de responsabilidades. Contraer matrimonio es algo muy serio. Eso, al menos, debe ser considerado así, y los gobiernos deben endurecer la falta de responsabilidad que se deriva de no ser responsable. Hay una máxima que descubre la oscuridad de esta actitud. No quieras para ti lo que no te gustaría que sufriera otro.
Un simple cambio de actitud en este sentido arreglaría de inmediato muchas separaciones. Pero el estar dispuesto a ponerte en lugar del otro exige despojarte de tu propia soberbia y tu orgullo egoísta. Ocurre que cuesta menos ensoberbecerse al pobre de espíritu que al suficiente y prepotente que aparenta no necesitar nada. Y es esa soberbia la que cultiva, prepara y explota la separación y el alejamiento.
Una simple reflexión de búsqueda de los problema nos descubren que, la mayoría, son tonterías y caprichos de prepotencia y soberbia. Hay algunas razones que pueden estar justificadas, pero son las menos. En el fondo las apetencias nacen de sentimientos y deseos incontrolados. Que siempre existirán y estarán ahí, porque los sentimientos son incontrolables, pero si posibles de dominar. Ahí entra nuestra voluntad y nuestra responsabilidad.
Tú conoces tus responsabilidades, y sabes que debes cumplirla, pero la apetencia del dinero, del sexo, del descompromiso y otras razones superfluas y vanidosas te llevan a romper con tu responsabilidad y compromiso. No estás siendo justo, y menos inteligente. Y perjudicando gravemente a los hijos, si los hay. Hablas de comprender, pero no comprendes. Invierte la historia y ponte en lugar del otro. Y empezarás a ver la situación de otra forma.
Siguiendo ese camino siempre perderás, porque el amor no es cuestión de sentimientos sino de responsabilidad. Y es la responsabilidad la que garantiza, cuida, protege y salva la unidad y la convivencia del matrimonio y los hijos. Y el futuro te irá descubriendo que ese es el verdadero camino y que has sido inteligente seguirlo.
Porque los sentimientos pasan y sólo queda el compromiso del amor.
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