Pero cuando llueve, los conejeros, debemos prepararnos como si lloviera mierda, porque sus calles quedan anegadas, y he aquí la sorpresa, no de aguas puras y cristalinas caídas del cielo, sino de aguas fecales, pestilentes y con aroma a mierda. Pobres de los ciudadanos que en esos momentos, por imperativos del trabajo o la necesidad, surcan las calles de nuestra, entre paréntesis, encantadora ciudad, porque tendrán que tomar una ducha en cuanta lleguen a casa para limpiarse bien los pies, desechar quizás los zapatos y desprenderse de ese olor fecal.
Pero lo más sorprendentes es que no hay sorpresa. Porque se puede pensar que en una isla donde la lluvia es un acontecimiento por su infrecuente presencia, nos puede sorprender una tormenta y dejarnos patas arribas, sino que esto se hace frecuente cada otoño y se repite año tras año ante la incompetencia y la pasiva mirada de nuestros señores políticos. No es cuestión de dinero, pues en el tiempo de las vacas gordas podía haberse hecho una red de recogida de aguas pluviales que fuese la admiración de otras islas, pero no se ha hecho nada.
Supongo que, a pesar de no ser competentes, pues las obras a realizar no son cosas de otro mundo, tampoco tienen vergüenza, pues después de tantos años y promesas incumplidas sólo han sabido organizar algún festejo y gastar dinero. Incompetencia, corrupción, porque el dinero que debe servir para el bien de todos los ciudadanos, no ha sido bien empleado y mal gastado o evaporado. Aquí debe actuar la fiscalía y señalar culpables que han dilapidado los dineros y no han cumplido con sus responsabilidades.
No hará falta indagar mucho para encontrar delitos de negligencia, irresponsabilidad publica, malversación de capital publico...etc. Otro gallo cantaría y nuestros señores políticos se lo pensarían muy bien antes de presentarse a mentir, a divertirse, a buscar situarse mejor y hasta ganar dinero. Tenemos ahora los ciudadanos la oportunidad de castigar en las urnas a estos señores. Y cuando hablo de castigar, no hablo de votar a otros quizás del mismo estilo o peores, sino de plantearnos no votar y llamar a la reflexión nacional de forma seria y responsable.
Porque la política se ha convertido en una carrera jugosa, de hacer dinero rápido y de garantizarte la vida en pocos años. Más rápidos que la de un deportista de élite. Pero hay otra manera de mirarlos, por lo menos a mí se me ocurre que, nombrado el cargo político queda ya marcado para demostrar su incompetencia, sus intenciones y su irresponsabilidad, pues hacerse rico donde hay suficiente para robar, poder engañar y donde digo hago luego no hago, lo sabemos hacer todos.
Quizás lo mejor de todo es que, con tanta corrupción a escala nacional y hasta internacional, parece que el rumbo empieza a cambiar. Y es que no hay mal que cien años dure. Espero que podamos dejarles a nuestros hijos y nietos un panorama mejor en cuanto a honradez, justicia y paz. Pero para eso hace falta también defender algo muy importante y vital: "La familia".
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