Me han venido muy buenos recuerdos al encontrarme de nuevo con esta estupenda historia que nos introduce en una espiral de cambios que nos llevan a plantearnos nuestra vida. Y es que la gran enseñanza de esta sencilla, pero profunda historia está en el descubrir la necesidad vital que tenemos de salir de nosotros mismos, para encontrarnos con nosotros mismos. Es algo que, aparentemente, suena contradictorio, pero en la medida que lo descubramos comprenderemos que, sin salir fuera, nunca podré encontrar lo que hay dentro.
Eso me ocurrió a mí, por esto motivo lo plasmo en el apartado de vivencias. Mientras permanecí instalado, acomodado, sin apenas sentir el esfuerzo, qué aunque lo hubo, no pareció costar, ni doler, todo era connatural, aparentemente fácil y hasta con derecho propio. La vida, regalada, me parecía de mi propia pertenencia. Algo que me correspondía y a lo que tenía pleno derecho. Y me hacía sentirme triunfador, inteligente, y, me avergüenzo, hasta ligeramente superior.
Ese libro llegó a mis manos hace unos 19 años aproximadamente. Creo que hay experiencia suficiente para hablar desde mi propia realidad. Y fue en un momento parecido al de la propia historia. Dilucidaba entre quedarme quieto y vivir de las rentas, o atreverme a salir y buscar nuevos modelos y alternativas que me empujaran a seguir creciendo comercialmente y llenando mi vida de sentido. El estar establecido y acomodado me hacía sentirme vacío y hasta viejo, caduco, sin sentido. ¿Qué hacer, me preguntaba?
Decidí, como los ratoncitos, lanzarme en busca de mi queso. Un queso que llenara mi vida de forma más plena. Y mientras corría hacia él, disfrutaba de la vida y de mis logros. Anduve muchos caminos y busqué lo indecible, más ahora, después de un largo recorrido, voy descubriendo que, el queso que buscaba no era el que me convenía, aunque me apeteciera en ese momento, sino era otro, qué aunque con cierto olor no muy agradable (puerta estrecha), sí, en la medida que lo tomaba, iba convirtiendo su sabor en el más rico y sustancioso manjar que se puede encontrar.
Y aunque, no encontré el queso que me apetecía y deseaba encontrar, autoengañado, ¡gracias a DIOS!, sí encontré, sin saberlo, el que siempre busqué durante toda mi vida y, a pesar que estaba muy cerca de mí, me costó esfuerzo, luchas, sufrimientos, aceptaciones, encuentros y verme tal como era. Estaba dentro de mí, en mi corazón. Sólo hacía falta desenvolverlo y atreverme a probarlo repetidamente y con fe. Hoy, después de muchos avatares y sufrimiento, qué aún continúan, entiendo que he olfateado bien, como los animados ratoncitos, y decidido bien como Han, y tras un largo camino, el horizonte es gozoso y plenamente feliz.
Hilda dice que nos tele-pateamos, pues pienso que puede haber algo, pues esta historia nos puede también alumbrar mucho su solicitada encuesta. La vida puede ser el queso que buscamos, y en algunos momentos puntuales, ver aquí, ofrecerla, valorarla y ponerla al servicio de otros puede ser la forma de encontrar el verdadero "queso" que andamos buscando.
Como dice el Padre Efrén+, y yo comparto, la vida no termina en nuestro mundo caduco y finito, sino que hay, eso lo digo yo ahora, un queso eterno y rico, imperecedero, que todos buscamos, muchos sin saberlo, y que es el único que realmente interesa y vale la pena. Ese, una vez encontrado, nunca más se perderá y nuestras carreras y ansias de felicidad han acabado: ¡ya somos felices plenamente y eternamente! Vale la pena empezar a recorrer el laberinto de nuestra vida, porque ahí está y se debate nuestra felicidad: "hombre viejo (A.T) u hombre nuevo" (N.T).
Gracias Salvador por recomendarme este otro blog que escribes con mucho amor y cariño.
ResponderEliminarLamentablemente no he podido ver el video me cuesta mucho verlo, pero leí tus comentarios que me parecieron muy relevantes y significativos.
Hay algo cierto en lo que dices, una anda en la búsqueda del queso aromoso y delicisoso, peor no se percata que lo tiene ahí mismo, pero la circunstancias de la vida no te lo permite ver.
Entonces hay que ser como lo ratoncitos, que con mucha fortaleza y paciencia logran conseguir el tan ansiado queso, y es verdad mi amigo Salvador con la fe y incluyo la oración es que logramos conseguir este queso.
En mi caso particular, te diría que mi vida hizo un cambio de 180º, lo que mi Dios me tenía era una cosa distinta al que yo pensaba cuando era niño, y me siento feliz por el camino que Él me ha trazado.
Este blog lo tendré en mis favoritos Salvador y te seguiré leyendo, porque nos enseñas muchas cosas buenas, que el Espíritu Santo te siga inspirando con mucho amor y alegría.
Dios te cuide.
Gracias por tu comprensión del tema. Con eso estoy más que pagado, pues la Gracia de nuestro SEÑOR es suficiente paga y felicidad para mí.
ResponderEliminarSí, es verdad. Necesitamos tener hambre para despertar nuestra actitud de búsqueda y felicidad. Sólo así encontró el hijo prodigo a su PADRE, mientras el satisfecho que permaneció en la Casa, estando a su lado, no se enteraba de QUÍEN era su PADRE, ni de que todo lo que tenía, su PADRE se lo había dado.
Mi blogs están repartidos en tres frentes: de dodim a agapé recoge mis inquietudes y criterios religiosos desde la optica liturgica y teológica. Trato de volcar en él todos mis sentimientos de relación con el SEÑOR y sus enseñanzas.
Yo soy creyente es mi actitud de manifestar y proclamar mi compromiso, consecuencia de mi fe y mi Bautismo.
Y vivencias, descubren mi otra cara desde la experiencia experimentada y vivida en la fe. No sólo conozco al SEÑOR (dodim), sino que me esfuerzo en proclamarlo y manifestarlo (creyente), para últimamente experimentarlo y compartirlo (vivencias). Esa son las tres vertientes que, sin saber, ni pretenderlo ha salido así. Verás en los tres que tienen fechas distintas y diferentes razones de ser.
Un abrazo y, no sé por qué, he compartido contigo muchas cosas intimas y que me confortan y hacen bien. Es lo que en términos de Cursillos de Cristianda decimos: Ultreya.
Un abrazo en CRISTO.