"SPE SALVI facti sumus", en esperanza fuimos salvados, dice San Pablo a los Romanos y también a nosotros (Rom 8, 24). Según la fe cristiana, la "redención", la salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente.
El presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esa meta y si esa meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino. Esta afirmación está contenida en la lucha diaria que sostenemos en busca de la felicidad. Todos tenemos experiencias de nuestro esfuerzo por correr apresuradamente en busca de lo que entendemos que nos da satisfacción, bienestar, seguridad y, en definitiva, felicidad (ver aquí).
Sin embargo, todos también experimentamos, una vez alcanzada las progresivas y deseadas metas que nos vamos marcando, cierto vacío y desilusión al haberlas logrado. Nuestra carrera es abierta, una espiral que cada vez se abre a más horizontes y metas que nunca nos deja saciados, ni colma nuestras ansias de felicidad. Experimentamos como si siempre estuviésemos en el mismo lugar, en el punto de partida.
Todo esto contemplado como punto final en la muerte, nos hace sentirnos perseguidos por las prisas de aprovechar el tiempo en función de sacarle partido a la vida, disfrutando de los placeres que, por nuestra condición humana, sentimos y nos atraen. En este contexto humano, sentimos que nuestra felicidad está ahí: el disfrute lo antes posible y lo más posible de lo que nuestros sentidos nos ofrecen y nos presentan. Sin pensar más, exigimos una respuesta inmediata y empezamos nuestra carrera imparable hacia donde creemos está nuestro tesoro, nuestro queso.
En este punto tomamos conciencia de que nuestros dioses son esas cosas que tanto anhelamos y perseguimos. Y también nos damos cuenta que esos dioses no san tan dioses, pues en la medida que avanzamos nuestro horizonte no despeja, ni se clarifica más. Al contrario, se hace más sombrío y oscuro. Está manera de apoyarse y de búsqueda es lo que aparece como elemento distintivo en los cristianos, ellos tienen un futuro: no es que conozcan los pormenores de lo que les espera, pero saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío.
Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente. De este modo, podemos decir ahora: el cristianismo no es solamente una "buena noticia", una comunicación de contenidos y prácticas (informativo), sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. El horizonte oscuro del futuro se abre de par en par. Quién tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva.
Esa es mi experiencia, que alumbra toda mi vida y que exulta como grito de gozo y felicidad que me gustaría contagiar y manifestar al mundo que me rodea. El verdadero queso, el verdadero tesoro no está en lo que nos rodea y en nuestros deseo humanos, limitados y finitos, sino en alcanzar el tesoro de la Gracia. La certeza de que soy hijo de DIOS y de que nada temo en sus MANOS; la certeza de saber que estoy llamado a ser libre y lleno de amor que me saciará de la autentica felicidad.
Por eso se dice "busca primero el reino de Dios que todo lo demás por añadidurá se te dará" saludos. Hilda
ResponderEliminarEsa es la prueba del algodón, por decírlo de alguna manera. Esa fue la gran prueba que Job superó y la que nosotros, unidos e injertados en ÉL, rogamos para que por su Gracia podamos superarla abandonándonos en sus MANOS.
ResponderEliminarUn abrazo en CRISTO.