Nadie nos ha pedido permiso para crearnos, ni tampoco hemos tenido oportunidad de elegir los padres, hermanos y familia en la que hemos nacidos. Mucho menos el país o la ciudad, y menos todavía el color o la raza. No cabe duda que Alguien nos ha puesto aquí sin contar con nosotros.
Y ese Alguien deberá ser todo poderoso e infinitamente inteligente. Una inteligencia que no podemos abarcar ni comprender ni nos cabe en nuestra limitada inteligencia. Descubrimos entonces que necesitamos la fe. Pero sí alcanzamos a preguntarnos que si nos han puesto aquí, también nos habrán dejado una salida que se prolongue y continúe en otro lugar. Sería un absurdo crearnos, darnos esa inquietud y deseos de felicidad y ahogarnos con la muerte y fin.
Nuestra cabeza alberga esperanzas porque su corazón así lo entiende y se lo dice. Esperamos vencer, alcanzar la felicidad y ser eternos. Es lo más sensato y de sentido común, Y, mejor todavía, que Alguien nos lo ha dicho, nos lo ha prometido y nos lo ha demostrado con su propia Resurrección. Y hay muchos que lo han testimoniado, experimentado y vivido.
Siempre podrás negarte, porque te han dado esa capacidad de libertad, pero nunca podrás negarlo a Él, porque estuvo y está entre nosotros. Su Resurrección es un hecho atestiguado por muchos que nos lo han trasmitido, pero nuestro corazón lo descubres a menos que reflexiones un poco.
Porque llevamos dentro su sello y semejanza: ansiamos ser felices y eternos
Hermoso post. Desde luego que los caminos de Dios son inescrutables, y que el trayecto aquí, es el más corto, infinitamente más corto. Un abrazo
ResponderEliminar