Es verdad que lo inmediato es preguntarnos, ¿puede existir un amor así? Indudablemente que desde nuestra humanidad egoísta, miserable, pecadora, soberbia...etc., nos es imposible llegar a ese nivel , pero es así como nos ama Dios, y como nos invita a amar también a nosotros. Nuestro amor es humano y psíquico y muy limitado. No puede librarse de sus apetencias y de sus gustos. Está sometido y no puede amar de otra forma.
Luego, Dios, nuestro Padre, no nos manda cosas imposibles, pues sería injusto y un Padre malo. ¿Acaso nos mandan nuestros padres cargas superiores a nuestras fuerzas? Por lo tanto, si Él nos invita a vivir esa plenitud de amor es porque, no solos, sino con Él podemos. De ahí nace nuestra necesidad de buscarle, de injertarnos en Él y de pedirle todo lo necesario para poder amar así. Realmente, vale la pena, porque nuestro Padre Dios no nos propone lo que no vale.
Jesucristo es el fundamento de nuestra unidad y de nuestro amor. Sin Él nos es imposible estar unidos, lo que no significa que podemos acomodarnos, arreglarnos, comprendernos y tolerarnos para, permaneciendo juntos, vivir juntos. Pero, una cosa es vivir, otra convivir y otra estar unidos. El ideal sería permanecer juntos participando el uno del otro, de modo que cuando algo se desajusta quedan los dos desajustados. Y cuando algo se ajusta, quedan, de la misma manera, los dos ajustados.
Ese es el ideal y a eso sólo se puede llegar injertados en Jesús. Y el gozo de amar así te dará la prueba y el resultado de su valía. Realmente vale la pena amar así, porque es ahí donde se esconde la felicidad.
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