Es posible que tú no lo quieras ver, pero quien te ve de afuera experimenta una gran pena y descubre una esclavitud que te somete y te destruye. Eres un esclavo, le decía aquel buen amigo a su otro amigo. Estás sometido por el vicio y la lujuria que alimentas con el alcohol. Te pierdes y botas tu vida por la borda por un puñado de horas de alcohol y un rato de placer. Realmente, poca cosa.
Alberto sentía nauseas al ver a su amigo derrotado trasnochado. Había salido el viernes a las dieciocho horas y regresado el sábado sobre las 18 horas. Veinticuatro horas sometido al vicio y al desorden; veinticuatro horas donde mandaba el alcohol, el abandono y el placer; veinticuatro horas perdidas en tu vida, porque pierdes tu conciencia y dominan tus apetencias.
¿Y ahora qué? ¿Te sientes feliz y satisfecho? Todo lo contrario, respondió Fernando. Me siento cansado, vacío, dolido por mi irresponsabilidad, desecho y destrozado. Sin voluntad y en manos del sueño al que no puedo resistir. ¿Te das cuenta de tu esclavitud? No puedes resistirte, y cada vez estarás más sometido y esclavizado por este hábito, dependencia y vicio. Serás un pobre hombre sin voluntad para responder a tus responsabilidades.
¿Es esa la felicidad que buscas? Le recriminó Alberto. ¡Pues vaya felicidad! Una felicidad que destruye, que somete, que esclaviza y deja insatisfecho y vacío. Una felicidad para irresponsables, mediocres, hombres sin voluntad dominados por las pasiones. ¿Es eso felicidad o pobreza? Descúbrete y reconócete lo que realmente eres y entonces, si así lo decides empieza a buscar el camino de la libertad, porque sólo cuando seas responsable, te reconozcas pobre y busque el bien y la verdad serás libre.
La felicidad no está en el placer ni en las pasiones, sino en el acto voluntario, libre y responsable de actuar buscando siempre el bien, la verdad y la justicia. Es así como el hombre encuentra sentido a su vida y gozo en su camino. Fue como un pensamiento que Fernando experimentó dentro de sí mismo, pero aturdido por el cansancio se quedó profundamente dormido.
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