Entonces, en medio de la confusión, la desesperanza y el caos ... |
Hoy, al leer una reflexión sobre la esperanza, me he preguntado, ¿y la esperanza, cómo nace y se instala en nosotros? Porque sabemos por experiencia que su carencia es el mal de muchas situaciones y conflictos que traen graves consecuencias. Perder la esperanza nos desequilibra y nos desespera, y en un estado de desesperación nos cegamos y perdemos el control de nosotros mismos.
Luego, ¿qué ocurre cuando nos desesperamos? Pienso, y lo hago en directo, sin meditarlo antes, que al cansarnos de esperar empezamos a desesperar, sentido común. Pero, dicho cansancio se va produciendo por una pérdida de confianza. Se deja de confiar y entra la duda y, poco a poco, la desconfianza, que de no poner remedio, desemboca en confusión, desconcierto y desesperación, a punto de la locura.
La esperanza está apoyada en la fidelidad, en la honradez, en la justicia y en la verdad. Porque todas estas virtudes te dan motivos y razones para esperar y mantenerte siempre en una actitud de esperanza. Una persona que inspire confianza basa sus actos en acciones transparente que explican todos sus pasos, aun en los errores y equivocaciones.
Cuando los hechos, en el diálogo, nos salen desde la sinceridad, desde la verdad y actitud de abrirse, sin tapujos ni mentiras, lo comunicado llega turbio y nublado, y al no tener una visión clara de lo que ocurre, nace la duda y la desconfianza, hija del diálogo, y desde esa plataforma se empieza a romper la esperanza, para convertirse en desesperanza.
Un diálogo no sedimentado en roca firme genera dudas, ello lleva a perder confianza, y de no apartarse de ahí y continuar la comunicación mal entendida, la desesperanza hace señal de aparición en la convivencia de las personas. Y de ahí a la locura solo falta una chispa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.