Detrás de cada pregunta se esconde una búsqueda de la verdad o un disimulo de la misma, es decir, la mentira. Porque siempre hay una intención, y eso se descubre en la búsqueda.
Cuando alguien trata de justificar su compromiso con una ruptura, posiblemente está buscando mentir y no ser fiel a ese compromiso. ¿Razones? Pueden ser muchas pero ninguna será válida ya que de lo que se trata es de escabullirse a la responsabilidad contraída.
Porque cuando la decisión es en verdad, esa verdad sostiene la propia decisión y nunca dejará que el vínculo se rompa. Por eso, los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, buscaban la forma de justificar su mentira de no aceptar la Palabra y enseñanzas de JESÚS. Trataban de atraparlo y que no diese una respuesta firme y creíble.
Mucho de eso nos puede pasar a nosotros en nuestra vida ordinaria porque lo sensible nos atrae, se hace apetitoso y, por consiguiente, te distrae y te mantiene en la superficie. A los deseos los frenos le sientan fatal. Y cuando te sientes frenados adviertes una lucha interior que, de vencer el deseo, nace la frustración y como consecuencia la ira.
Ya, por entonces, ha estallado el volcán de la ira que llevabas adormecida dentro, y la lava de la soberbia, del orgullo, de la rebeldía queman todo lo que se acerca por tus lares y todo se vuelve oscuro y sin horizontes. Entras en la caja negra de tu propio mundo, y te creas uno nuevo, irreal. La realidad queda distorsionada y tus justificaciones, puestos que tú te ves con la razón, cargan contra él o los otros. Entramos en los autoengaños que esconden la mentira y provocan la ira.
Por eso, si queremos salir de ahí y buscar la verdad, necesitamos desidentificarnos de toda opresión, de todo aquello que obstaculiza mi necesidad, de zambullirme dentro de mí mismo y bajar a la profundidad de mi corazón y verme tal y como soy. Necesito romper el agujero de la superficialidad y adentrarme en lo profundo de mi ser. Sólo así podré empezar a encontrarme, y encontrándome, encontrar la Verdad.
Mucho de eso nos puede pasar a nosotros en nuestra vida ordinaria porque lo sensible nos atrae, se hace apetitoso y, por consiguiente, te distrae y te mantiene en la superficie. A los deseos los frenos le sientan fatal. Y cuando te sientes frenados adviertes una lucha interior que, de vencer el deseo, nace la frustración y como consecuencia la ira.
Ya, por entonces, ha estallado el volcán de la ira que llevabas adormecida dentro, y la lava de la soberbia, del orgullo, de la rebeldía queman todo lo que se acerca por tus lares y todo se vuelve oscuro y sin horizontes. Entras en la caja negra de tu propio mundo, y te creas uno nuevo, irreal. La realidad queda distorsionada y tus justificaciones, puestos que tú te ves con la razón, cargan contra él o los otros. Entramos en los autoengaños que esconden la mentira y provocan la ira.
Por eso, si queremos salir de ahí y buscar la verdad, necesitamos desidentificarnos de toda opresión, de todo aquello que obstaculiza mi necesidad, de zambullirme dentro de mí mismo y bajar a la profundidad de mi corazón y verme tal y como soy. Necesito romper el agujero de la superficialidad y adentrarme en lo profundo de mi ser. Sólo así podré empezar a encontrarme, y encontrándome, encontrar la Verdad.
Son las salidas por la tangente, las respuestas según mis intereses, las mentiras que se esconden en la demagogia de no rendirse a la evidencia que permanece en lo más profundo de nuestro corazón.
Pienso que hay que ser sensatos y responsables con nuestra vida, debemos mantener nuestra conciencia hacia la luz e irradiarla,los frutos de la luz no deben despreciarse,mas bien debemos cultivarlos,la bondad,la justicia y la verdad es fundamental para este caminar.
ResponderEliminarTenemos que ser partìcipes en la construcciòn del reino del Señor,y no tomar parte de las obras estèriles de las tinieblas,debemos denunciar y huir de lo que da verguenza.A mantenerse firme en la luz, y Cristo brillarà sobre nosotros.
Saludos,y un fuerte abrazo Salvador
El Guardiàn.