Al filo de la navaja
es el título de una película que me impactó, [hice una reflexión sobre ella hace poco más de un año, y la dejo aquí por si alguien quiere leerla, (ver aquí)]. Y lo hizo porque cuenta la
vida de un joven que, en un momento determinado de su vida, se plantea
un cambio de rumbo. Su vida llena de eventos y fiestas sociales, de
frívolas veladas nocturnas cargadas de hedonismo, tienen su culmen en la
decepción amorosa marcada por el interés económico y social.
Esa
situación le hace despertar su inquietud y ver que todo lo que le rodea
no tiene sentido. Se plantea su destino y meta, pues a algún sitio
conduce la vida. Igual que su principio, también debe tener un fin, y
ese fin le motiva a buscar el rumbo de su vida.
Todos
sabemos que un día tendremos que morir. ¿Por qué negarlo? Estoy
convencido que si lo afrontamos, porque es la única realidad que sabemos
de nosotros, podemos vivir mejor y hacer las cosas de forma más
responsable. Y, también estoy convencido, que eso es lo que todos
queremos. Luego, si no lo hacemos es porque tenemos miedo, no hemos
madurado lo debido o porque estamos todavía en edad infantil.
Hay
muchas cosas que no queremos mirar, y de forma irresponsable seguimos
haciéndolas y cometiendo verdaderas monstruosidades impensables hace
años. Me pregunto cuantos niñ@s ha sido asesinados por intereses y
egoísmos, y cuanto se le ha privado a la sociedad de la aportación de
esos niños al disfrute y al bien común, ejemplos a montones, sirvan
estos como, por su popularidad, más conocidos, (ver aquí) pero, ¿y los qué no sabemos?
Hoy
en Sevilla se dirime algo tan importante como el condenar a millones de
niños, como estos que se sienten privilegiados por salvar sus vidas, y
la sociedad mira para otro lado, cuando deberíamos con un grito unánime
oponernos todos. Son niños que viven su vida al filo de la navaja,
dependiendo de tener una madre creyente en la vida o importarle la vida
de su hijo un comino. ¿Cuánto vale una madre creyente hoy para eso
niños?
Y, aún a pesar de ser reiterativo, quiero repetir que no son niños que van a nacer, sino que han nacido, desde el momento de la fecundación, en el seno de sus madres. Son seres vivo, óvulo fecundado, que pertenecen a la especie humana y, por lo tanto, seres humanos.
¿Cómo es posible que todavía hayan personas que se atrevan a cometer esta barbaridad, asesina sin importarle la vida de su hijo? Anteponen el placer a la vida, y matan porque no aceptan la responsabilidad contraída. Quieren disfrutar y el precio es la muerte de otros, en este caso la de sus propios hijos. Ésta es la propia realidad: "no tienen valentía para mirar cara a cara, y, la justifican escondiéndola".
Y, aún a pesar de ser reiterativo, quiero repetir que no son niños que van a nacer, sino que han nacido, desde el momento de la fecundación, en el seno de sus madres. Son seres vivo, óvulo fecundado, que pertenecen a la especie humana y, por lo tanto, seres humanos.
¿Cómo es posible que todavía hayan personas que se atrevan a cometer esta barbaridad, asesina sin importarle la vida de su hijo? Anteponen el placer a la vida, y matan porque no aceptan la responsabilidad contraída. Quieren disfrutar y el precio es la muerte de otros, en este caso la de sus propios hijos. Ésta es la propia realidad: "no tienen valentía para mirar cara a cara, y, la justifican escondiéndola".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.