Ignacio Echevarría |
Hay muchos momentos en nuestra vida que dudamos de la eficacia de la oración. Y es que pedimos y no pasa nada. Sobre todo en esos momentos difíciles que la vida nos pone a prueba y nuestra identidad física corre serios peligros. Pedimos y queremos soluciones y respuestas inmediatas, y, además, las que nosotros hemos pesado o vemos.
¿No nos parece mucho esas exigencias? ¿Acaso no comprendemos que eso no sucede así, ni tampoco responde a la lógica humana? Pensemos en nuestra relación con los hijos, ¿le damos todo lo que nos piden? ¿O se lo damos tal y como ellos lo piden? Y si nosotros que somos limitados tratamos de responder a nuestros hijos de la mejor manera posible, ¿cómo Dios, Padre que lo puede todo, va a dejarnos en la estacada y a no respondernos y solucionar nuestro problemas?
Tengamos confianza y plena fe. Dios nos responde y nos dará lo que realmente necesitamos. Quizás, esa circunstancia que le ocurrió a ese joven, Ignacio Echevarría, en el atentado terrorista en Londres, fue, a pesar del dolor de su muerte, su salvación eterna. No es que Dios quisiera eso, sino que, ocurrido, porque así Ignacio se ofreció para salvar a esa joven, y encontró su dolor y su muerte, pero, lo más importante, su posible salvación. Porque, quien da la vida por otro, salva la suya.
Posiblemente, nadie lo hubiese conocido de otra forma. Recordemos la parábola del joven rico, nadie ha sabido quien es, sólo que se encontró con Jesús, habló con Él, pero no le respondió. Y nada le sucedió, hasta el punto de no ser conocido. Sin embargo, Ignacio respondió a esa necesidad de ayuda, y, aunque lo pagó con su muerte, yo, ahora mismo, con la Gracia del Espíritu Santo, me cambiaría por él. Porque ha ganado la única y verdadera vida que interesa, la Vida Eterna.
Posiblemente, nadie lo hubiese conocido de otra forma. Recordemos la parábola del joven rico, nadie ha sabido quien es, sólo que se encontró con Jesús, habló con Él, pero no le respondió. Y nada le sucedió, hasta el punto de no ser conocido. Sin embargo, Ignacio respondió a esa necesidad de ayuda, y, aunque lo pagó con su muerte, yo, ahora mismo, con la Gracia del Espíritu Santo, me cambiaría por él. Porque ha ganado la única y verdadera vida que interesa, la Vida Eterna.
La vida tiene muchos caminos y muchas vueltas, y sólo Dios sabe lo que nos puede pasar. Y, quizás, entiendo, que no lo cambia, sino que lo aprovecha para, buscando la verdad y la justicia, sea la salvación de muchos. Porque, todos aquellos que le buscan, le encontrarán. Y en eso, la oración tiene mucha importancia y eficacia. Siempre surte efecto, porque nos lo ha dicho el Señor: "Pedid y se les dará; buscad y hallareis; tocad y se les abrirá" -Mt 7, 7-.
Por lo tanto, Dios no puede contradecirse, si pedimos, seremos escuchados y se nos dará. Quizás no como nosotros entendamos, queramos o esperamos, pero sí como quiere Dios, que es el que sabe y quiere salvarnos de verdad y para siempre.
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