(continuación publicación de 300124)
He llegado a pensar que incluso el confinamiento ha favorecido a que todo esto vaya pasando distraídamente por debajo de la mesa sin que nadie – muy pocos – lo adviertan. Y, en poco tiempo, el gato en la talega. Nos encontramos con que las leyes han sido cambiadas en la dirección que los que mandan quieren.
—Un progresismo involucionista —comentó
Pedro. Es decir, sin darnos cuenta hemos regresado al pasado. De la promesa de
libertad, volvemos a la dictadura. Pero, una dictadura esclavizante y sin
posibilidades de crecer, de liberarse ni de pensar. ¡Eso sí, pensar como ellos
quieren! Diríamos en plan irónico, la libertad del pensamiento único. Quien
piense de otra manera deja de ser libre. Algo contradictorio y disparatado.
Es preocupante esta situación que
vivimos en estos momentos. Nada que ver con el pasado —continuaba Pedro. Al
menos, ese pasado que vivimos nosotros. Porque, sí, es verdad que en la guerra
civil hubo de todo. No se puede hablar de buenos y malos, sino de que en los
dos bandos hubo buenos y malos. Y que todos hicieron cosas buenas y malas. Y
eso debe enseñarnos que ese camino de enfrentamiento no es bueno ni vale para
nada. Son tiempos de miserias, de calamidades, de atrocidades, traiciones,
mentiras y muertes.
—¡Es qué en esos tiempos no nos
enseñaron nada! Posiblemente, suceda ─dijo Manuel─ que han pasado ya muchos
años – unos ochenta aproximadamente – desde que sucedieron estos
acontecimientos y las nuevas generaciones no los conocieron ni saben bien lo
que ha pasado. La memoria histórica no ha sido contada con parcialidad y fiel a
la verdad.
El general Franco estuvo 36 años como
jefe del Estado español y ya han pasado otros tantos años desde la constitución
del 78. Por tanto, las personas de ahora, me refiero a las de edades
comprendidas entre treinta y 50 años y quizás más, no saben nada de lo que
sucedió tanto en la guerra civil como después. Y si ahora reciben información
que no corresponde con la verdadera historia, no conocen los verdaderos hechos
y son confundidos y engañados. Se hace necesario contar la historia tal cual
sucedió, con las cosas buenas y malas que ambos bandos realizaron.
—La historia ─dijo Pedro─ creo que es
para conocerla tal y como se ha desarrollado. Por eso se llama historia. De no
ser así, no es historia, sino el cuento que unos quieren que se conozca,
incluso adulterado o falseado. Por tanto, es de vital importancia dejar que los
historiadores neutrales y sin partidismo cuenten los hechos tal y como han
sucedido.
─Estoy de acuerdo con lo que dices, y
añadiría que lo que está hecho debe dejarse como está. Me refiero a las calles,
a los monumentos, los museos…etc. Porque, ellos son la historia y no, por el
hecho de estar dan más o mejor prestigio a los que representan, sino,
realmente, los ponen en su lugar. Así el pueblo sabe que hizo éste o el otro, y
se les recuerdan como tiranos, dictadores o malos gobernantes o todo lo
contrario. A cada uno la verdadera historia lo pone en su sitio.
—Estoy de acuerdo ─dijo Pedro. Los
pueblos necesitan saber quiénes han sido sus gobernantes y como han actuado. Y
el por qué se le han levantado una estatua o se ha puesto una calle a su
nombre…etc. Y cada personaje queda en su sitio. Y el ayer te descubre quién
eres y cuáles son tus raíces y de dónde vienes. Porque, si no es así, pierdes
tu destino y tu identidad como pueblo y nación. ¿No se hace y se expone así en
los museos de historia?
(continuará)
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