Aproximadamente,
al cabo de una hora, se levantó y emprendió camino. Se sentía confortado y con
deseos de compartir todo lo que rebozaba en su corazón. De la abundancia del
corazón, reboza la boca. Ensimismado en esos pensamientos se alegró cuando
divisó a lo lejos a su amigo Pedro. Su puntualidad era exquisita y firme.
Siempre estaba allí donde catalizaba la actitud de compartir, dialogar y
enriquecer.
—Buenos días, Pedro.
Se adelantó Manuel satisfecho reflejando una faz
alegre y complacida al llegar al lugar del encuentro de cada día.
—Buenos día, ¿cómo estás?, respondió
Pedro.
—Bien, y con ánimo de seguir
conversando.
—Se nota en tu cara ese deseo de
compartir y lo refleja muy bien tus gestos y tu rostro decidido a derramar tus
pensamientos. ¡Pues, muy bien, usted, querido amigo, tiene la palabra!
—Cuando venía para acá iba pensando en
esa frase tan oída y repetida de “progresismo”. Sobre todo en esta época de
ahora, donde todo parece que se arregla con hablar de política progresista y de
ponerla como bandera de todo programa: ¡Porque, ¡nosotros queremos implantar y
desarrollar una política progresista para que nadie se quede atrás…! Son
discursos que están como muy de moda ahora, ¿no es así?
—Sí, así es realmente. Da la sensación
de que con eso está dicho todo.
—Y me pregunto, Pedro. ¿Es progresismo
que las madres maten a sus hijos en su propio vientre, y que sus hijos, años
más tarde maten a sus propios padres? Porque,
el aborto y la eutanasia te autorizan a hacer eso, y sabemos que esa tentación
en muchos momentos de la vida vive dentro del corazón humano.
Pedro, asombrado, inclinó su cabeza y
cerrando sus ojos quedó como perdido y sin respuesta. Después de unos segundos,
levantó su mirada y dijo.
—Tienes toda la razón, Manuel. Un mal llamado progresismo que mata.
—Es decir, ¿qué clase de progresismo
es ese? ¿Legalizar el asesinato? ¿Poner en peligro y amenazar la vida de otros?
Porque, las herencias, las envidias, los egoísmos, las pasiones, los… El crimen
pasional o por poder y riqueza ha estado siempre presente en la vida del
hombre. Ahora, ¿no tienes más posibilidades – ¡y legales! – para matar? ¿Es
esto verdaderamente progresismo?
¿Te digo una cosa Pedro? La
globalización está detrás de todo esto. Ya no se trata de derechas o
izquierdas. Ni de extremas o radicales. Esto, aunque muchos lo siguen creyendo,
otros, desde poderes extra nacionales y poderosos lo están dirigiendo y
valiéndose de esos viejos conceptos de derechas e izquierdas extremas. El
capital impulsa el feminismo y la inmigración y todo colectivo que le sirva
para aumentar la masa laboral, someterla y rebajar los salarios. Y ataca a la
familia para favorecer el individualismo aislando a sus miembros. Y eso empieza
a explicar los movimientos que dan lugar a la inmigración ilegal y al
nacimiento de los colectivos feministas y otros. Quieren revolver el rebaño,
aumentar la masa laboral, entremezclar diversas culturas, rebajar el nivel
intelectual – ley de educación – controlándola y empobrecer a la población.
Romper la familia para aislar al hombre y favorecer el individualismo. Y eso se
va gestando mientras tratan de distraer al rebaño dándole comida –
distracciones, derechos ahora llamados de bragueta y otros - para que se
entretengan, se diviertan y gocen pasionalmente.
(continuará)
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