—En nuestra época hubo de todo —comentó Pedro—. Y sigue pasando lo mismo hoy. Pero, hay una gran diferencia. ¿A ver qué te parece Manuel? En nuestra época había más vergüenza y la palabra y el sentido de rectitud era más responsable. Las equivocaciones eran las mismas, pero, mejor y más buenamente intencionadas las de antes que las de ahora. Quiero decir que hoy hay más mala intención, o menos verdad y más fraude.
—Creo que te entiendo, Pedro. Hoy hay más intereses, más sentido y posibilidades económicas y más tentaciones que te llevan a mentir para ganar. Se habla de compra de partidos, de acuerdos de resultados, de tangana y otros follones. En nuestra época, que también los hubo, no se vieron tanto. Los medios y el desarrollo del juego no se prestaban tanto a eso. Al menos yo lo veo en la distancia así.
—Estoy de acuerdo, creo que la mente humana, sus buenas intenciones eran más limpias. No había tanta malicia. La persona humana va degenerándose al mismo tiempo que los avances técnicos se lo permiten. Se adelanta técnicamente, pero, aquí está la pregunta, ¿se madura y se crece en los valores como persona?
—Tema para otro día. Me da la impresión de que volvemos al mismo lugar. Valores y valores. Y es que en los valores están las diferencias, pues dependiendo de ellos, la vida se genera, madura y crece en perfección, o sucede lo contrario, se pervierte, se degenera, se corrompe y se destruye.
—Tienes razón Pedro —lo dejamos por hoy— hay tema para rato, pero descansemos, que necesitamos respirar, sentirnos y tomar conciencia que vivimos y que tratamos de caminar construyendo una vida y un mundo mejor. Pero, desde nuestras capacidades y esfuerzo. Y cada día, cada instante tiene su momento y su esfuerzo.
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