Cuando se da algo, si está programado para acumular recompensas, no es gratis. Se busca un impulso, preferiblemente de consumo y de gasto. Luego, ¿a dónde no lleva esto? Sin lugar a dudas, a consumir más y a esclavizarnos al deseo, a la comodidad, a lo placentero y...
—Detrás
de cada propuesta de este mundo, sólo hay una intención interesada y
especulativa —dijo Pedro.
—Efectivamente
—comentó Manuel— todo gira en torno al ganar y obtener más beneficios. Te
ofrecen nuevas ofertas, vestidas y adornadas del traje de la gratuidad, pero
escondida en el incentivo del consumo.
—Y
la dependencia —intervino Pedro.
—Sí,
la dependencia —siguió Manuel—. Porque, todo crea adicción – costumbre – y,
acostumbrado a viajar, a comprar, a consumir…etc. se hace, luego, difícil
escapar.
—Hay una frase que lo resume claramente, cambiar de pobre a rico es fácil y gusta. Pero, de rico a pobre se hace más duro y difícil —argumentó Pedro.
Flotaba en el aire esa atmósfera al peligro de caer en las trampas que nos tienden las grandes empresas y multinacionales – también las pequeñas – de incitarnos al consumo. Sin embargo, lo importante es comprender y saber que nuestro consumo debe ser el que realmente necesitamos. Ni más, ni menos, porque, abusar no es bueno. Todo tiene su límite y su dosis.
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