¿Te has preguntado si realmente tu amas? ¿Has pensado si tu amor es verdadero amor? ¿O, simplemente, tratas de amar lo que tú quieres y deseas? ¿Amas tu orgullo, tu soberbia, tu suficiencia? ¿Qué cómo lo sabes? Mírate y pregúntate y observas cómo te desenvuelve en cada instante de tu vida. ¿Cómo te relacionas con los demás; qué buscas y prefieres y, sobre todo, a quién pones en primer lugar?
Porque, eso te irá descubriendo tu manera de entender y hacer, es decir, de amar. Porque, los otros están por debajo de tus preferencias y gustos. O de tu ideas y razones, tu amor es muy débil y egoísta. Tú estás antes que los demás, y eso no es amor. Se llama egoísmo.
El verdadero amor no responde ni actúa por razones, ni convencimientos. Actúa desinteresadamente, sin búsqueda de recompensa, ni siquiera correspondencia y hasta el extremo de la entrega total. El verdadero amor está dispuesto a entregar su vida. El ejemplo lo vemos en Jesús, entregó su Vida por la nuestra. Luego, ¿cómo podemos decir que amamos cuando anteponemos nuestras razones - aunque sean verdaderas - y egoísmos por encima del bien de los demás. ¿Cómo puede decir una madre que quiere a su hijo cuando lo deja a la deriva? ¿Es esto amor, nos preguntamos? Convendría hacer una mirada introspectiva y ver cómo estamos de amor del bueno.
Nunca pierdas la esperanza de amar como ama Cristo, porque, ese es el único amor que llenará toda tu vida de sentido, de esperanza y de felicidad eterna. Experiméntalo y verás.
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