Abrahán tuvo fe porque obedeció lo que Dios le dijo, y creyó en lo que le prometió. Y eso lo demostró, no porque lo dijo, sino porque salió de su tierra y emprendió el camino hacia la tierra prometida. Y a ti y a mí nos ocurre lo mismo. Si queremos seguirle y creemos en su Palabra, tendremos que salir y empezar a caminar. Lejos de nuestra tierra y de nuestra casa. Tendremos que salir de nosotros mismos y enfrentarnos a la realidad que el camino, desconocido y duro, nos aguarda. Sólo así podremos llegar a la Tierra prometida.
Nuestra vida en un "Éxodo", también nosotros hemos entrado en Egipto y hemos sido liberado por el Señor. Es fundamental saber en qué lugar estamos ahora y el recorrido que llevamos. Hemos de pasar por el desierto de nuestra vida, e igual, estamos protestando y rechazando los planes del Señor. Nuestro camino es un camino de pruebas, y muchas son ocasionadas por nosotros mismos. Igual, sin darnos cuenta le rechazamos y hacemos nuestro particular becerro de oro. Sabemos a dónde nos llevará el camino, y si eso se ignora quedamos confundidos y perdidos.
La meta del cristiano
es la cruz. La misma que su Maestro. Pero una cruz que ofrecida y compartida
con Él se hace soportable y ligera. Esa es la prueba de nuestra fe. Nosotros
también somos caminantes y como Abrahán debemos salir de casa, de nosotros mismos,
para llegar a la tierra prometida. En el camino quedan muchos peligros que
pueden desanimarnos y perdernos. Debemos saber en qué lugar del camino de
nuestro particular recorrido estamos y agarrarnos al Señor.
Sé que será duro y costoso,
pero, quizás debemos alegrarnos, una alegría contenida, interior y gozosa, en
paz. Una alegría de sabernos mirados, cuidados y queridos por nuestro Padre
Dios. Una alegría de acogida y aceptación a los planes de Dios. Porque, Él no
nos abandona ni deja de acompañarnos. Pero, nos toca a nosotros ahora dar el do
de pecho y abandonarnos en sus Manos. Confiados y seguros.
Cuando la vida se
nos pone difícil y dura; cuando la cuesta se nos empina y se nos hace difícil
soportar el camino, tenemos la oportunidad de demostrarle, como hizo Abrahán y
otros, que confiamos en Él. Porque eso descubre que estamos siendo probados por
nuestro Padre Dios, y dándonos la oportunidad de demostrarle nuestra confianza
y fe.
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