LECTURA BREVE: (I° Pe 1, 6-9)
Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
No se trata de que tengamos que buscar sufrimientos, sino que la vida se encargará de ponérnoslo delante. Sabemos que los problemas llegarán de una manera o de otra, pero llegarán. Y es en esos momentos cuando estas palabras de Pedro toman sentido y significado.
Vivimos en la esperanza de la llegada de Jesús. El pueblo de Israel vivió en la esperanza de la llegada del Mesías prometido, el Libertador. Y el pueblo continúa esperándole porque sus ojos han permanecido ciegos a su venida. Pero Jesús se hizo presente y vive entre nosotros y nos ha prometido venir de forma definitiva a ponernos a salvo a todos aquellos que creen en su Palabra.
Se trata de abrir los ojos y estar atento. Cada día Jesús pasa por tu lado y te habla de muchas formas y a través de muchos acontecimientos de tu vida. Escúchale.
Vivimos en la esperanza de la llegada de Jesús. El pueblo de Israel vivió en la esperanza de la llegada del Mesías prometido, el Libertador. Y el pueblo continúa esperándole porque sus ojos han permanecido ciegos a su venida. Pero Jesús se hizo presente y vive entre nosotros y nos ha prometido venir de forma definitiva a ponernos a salvo a todos aquellos que creen en su Palabra.
Se trata de abrir los ojos y estar atento. Cada día Jesús pasa por tu lado y te habla de muchas formas y a través de muchos acontecimientos de tu vida. Escúchale.
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