CUMPLEAÑOS

Mi gozo y mi esperanza aumentan cuando experimento que mis años me acercan a Ti, mi Señor. Mi vejez es un camino de bendición, porque cada paso que doy enciende mi corazón y aviva mi esperanza de verte, de mirarte, de contemplarte y permanecer eternamente feliz en tu presencia. Por eso, cada cumpleaños es un gozo añadido de descubrir que he abierto una puerta más en mi camino hacia Ti.

Sin embargo, hay pasos que se vuelven espinas y se clavan dolorosamente. Las hay de variadas formas y de diferentes dolores. Hoy, por ejemplo, cuando venía a cumplir, nunca mejor dicho, mi compromiso contigo, me has advertido, por tu Espíritu, la mentira de mi corazón. Porque, ¡qué contradicción!, acercándome a Ti, me he alejado.

Y lo he hecho cuando a la propuesta de Berta de ir conmigo a Arrecife, desde a Caleta, lugar de veraneo, yo, por cumplir contigo, Señor, me he negado. ¿No te he negado a Ti en ella, Señor? En el trayecto hacia la Capilla me has abierto los ojos y me has descubierto mi error. ¿Es que me amas más a Mí llegando a la hora convenida de nuestra cita que atendiendo la petición de Berta? ¿Es que respondiendo a sus deseos, nada egoístas, no me estás manifestando más tu amor que estando presente a la hora convenida?

Tus últimas Palabras sonaron dentro de mí como palmadas de cariño, de bondad y de misericordia: Anda vete tranquilo, pero aprende que me amas más, no sólo estando un rato en mi presencia Eucarística, sino cuando sirves a quien te pide ayuda.

Gracias Señor por tus Palabras en el Espíritu Santo, y gracias por transformar mi corazón endurecido y egoísta en uno más humano y misericordioso. Amén.