Creo que si no es el mayor peligro, sí es uno de los mayores. Creernos suficientes comporta el peligro de confiar que nos bastamos para atravesar el camino de nuestras vida. A lo largo de nuestra vida observamos como evolucionamos. Hemos crecidos en unos valores o criterios que ahora, desdibujados, se confunden deteriorados y caídos a peor.
Antes la educación se sustentaba en la autoridad y respeto a los mayores y profesores. Mantenía las diferencias de sexos hasta converger en edad más avanzada. La vida era respetada desde la concepción. El matrimonio, la palabra dada y el honor... La vergüenza, el respeto, la experiencia de los más ancianos... Valores que hoy no se tienen en cuenta y se rechazan.
Hoy todo evoluciona, y en cierta medida sabemos que las cosas cambian. Hay nuevas formas de vivir, pero los valores no deben cambiar, porque la vida de los hombres se sustenta en lo valores. Los pueblos que no guardan su ayer, pierden su presente y no encuentra su futuro. Y eso parece suceder, porque hay evolución, pero no se experimenta avance.
Hay cierta confusión que huele, no a viejo, sino a podrido y corrompido. El mundo parece deteriorar y sumergirse en un caos donde todo vale y la verdad se relativiza. Y un mundo donde Dios no participe es un mundo sin esperanza y sin futuro. Porque el hombre sin Dios, su Creador, está perdido y sin rumbo.
Pidamos luz para que el hombre regrese a la Casa del Padre, de donde nunca debió salir. Amén.
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