- La Iglesia celebra la Transfiguración del Señor
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muchas veces, pero quizás no nos hayamos percatado o hemos estado despistados. Sin embargo, ahora, en estos momentos de silencios podemos hacer memoria y recordarlos. ¿O es qué no recuerdas aquellos días que te sentiste muy gozoso, muy contento y muy optimista cuando todo marchaba viento en popa?
¿O cuando tuvistes aquella confesión y experimentaste la alegría de sentirte alegre y feliz? ¿Y no recuerdas aquella Eucaristía que te saltarón las lágrimas? Posiblemente habrá habído más tabores en tu vida, pero ahora lo importante es descubrir que también están en tu vida.
Son momentos de ánimo, de palpaditas que te empujan y animan a seguir adelante. También no conviene proclamarlo a los cuatro viento, porque muchos no te entenderían, pero permanecen ahí guardados en tu corazón.
Pero también hay momentos de confusión, de tristezas y de sufrimientos. Los tabores hacen falta para ayudarnos a superar los de aquí abajo, porque no podemos permanecer siempre subidos al Tabor, se hace necesario bajar, guardar silencio y caminar por este mundo que nos llama.
Subir a Tabor es necesario, y nos hace falta. Jesús no nos deja solo y nos anima con más frecuencia de la que creemos, pero nos invita también a bajar y, en silencio, seguir el camino hacia nuestra propia cruz, porque solo en la cruz se contagia la luz del Tabor. Así nos lo mostró Jesús.
Gracias por este post, Salvador, me ha gustado y consolado mucho
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