Judas, entre otros, no entendió lo que JESÚS pretendía, y desesperó. También otros muchos esperaban a un rey Rey, con ejercito poderoso y fuerte para arrasar a todos aquellos que se resistían a su voluntad. Los mismos apóstoles estaban confundidos y perplejos, y todavía muchos piensan lo mismo.
JESÚS no iba por ahí, su Reino es un Reino fundado en el amor y en la paz, y eso trae consigo mucha paciencia y sacrificios, incluso hasta la propia muerte. Así la sufrió ÉL. ¿Qué vamos a hacer nosotros? Devolver guerra con guerra. No excluyo que en algunos momentos haya que poner paz con las armas porque sería el mal menor, pero nuestro Reino es un Reino de amor y de paz.
En consecuencia he transcrito esta reflexión que pienso viene como anillo al dedo.
Leanla:
Jueves 31 de marzo de 2011 12:10h
“No es cuestión de nosotros contra ellos. No es el enemigo en un lado y los buenos al otro. La realidad es esta, que Dios nos ama a todos. Y que Dios nunca se aparta de nosotros, somos nosotros los que nos apartamos de Él. Y Él quiere que ellos se vuelvan a Dios.”
Monseñor Philip Reilly, el fundador de Helpers of God’s Precious Infants (Ayudantes de los Preciosos Niños de Dios), reflexiona en este texto acerca de la actitud que deben tener quienes acuden a un abortorio a rezar por la vida y el fin del aborto:
Para que podamos dejar que Dios actúe tenemos que quitarnos de en medio. No estorbar a Dios. Le tenemos que dar a Dios permiso para estar presente en nosotros, para actuar a través de nosotros. Por lo tanto, cuando vayas, y es increíblemente importante ir al Calvario, es increíblemente importante cómo se está y quién está allí y la disposición de nuestro corazón para que los que nos vean y oigan estén viendo, oyendo y experimentando a Jesucristo. Así que el primer requisito si quieres tomar parte en el movimiento pro vida, y hacerlo bien, es que debéis esforzaros por la santidad de vida.
Cuando vais al Calvario, has de tener los mismos sentimientos que Jesús en el Calvario. Llegué a comprender, en el movimiento pro vida, que no es cuestión de nosotros contra ellos. No es el enemigo en un lado y los buenos al otro. La realidad es esta: que Dios nos ama a todos. Y que Dios nunca se aparta de nosotros, somos nosotros los que nos apartamos de Él. Y Él quiere que ellos se vuelvan a Dios.
Así que cuando vas al abortorio, para ser eficaz, no puedes ir pensando que alguien es tu enemigo, si tienes la mente de Cristo. En la cruz dijo: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”. Está muriendo por ellos ¿cómo puedes morir por tu enemigo? ¿Cómo puedes dar la vida por alguien a quien odias? Da la vida por ellos.
Así que cuando vamos tenemos que transparentar a Jesucristo, quitando todo lo que haya en nuestro espíritu que nos haga pensar en el otro como nuestro enemigo, para pensar en el otro como alguien que Dios ama y necesita volverse a Él. Y debemos estar dispuestos, como Jesucristo, a absorber su rechazo, sus maldiciones contra nosotros. Hay que esperar a que vuelvan a Dios y perseverar y ser amables y pacientes.
Esta es la actitud cuando vayas al Calvario. Si no haces esto, quédate en casa. No es fácil estar, pero si estás allí como debes, serás una luz y no estás llamado a tener resultados increíbles. Eso se lo dejamos a Jesucristo. Pero sí estamos llamados a ser embajadores fieles de Jesucristo en el Calvario donde se nos puede maldecir.
Pero si continúas yendo con esta actitud de amor y oración tarde o temprano, inevitablemente, empezarán a ser atraídos, como todo el mundo, a la bondad, al perdón, a la verdadera vida, porque para eso fuimos creados, y empezarán a pensar.
Así que en vuestra presencia, para estar en el Calvario, debes mantener en ti un espíritu y disciplina de oración. Yo les digo a los rescatadores: debéis orar, antes durante y después de hablar a la mujeres. Debe ser Jesús quien hable a las mujeres. Y debes llevarle esa presencia.
Y los que están orando no pueden estar mirando con un espíritu de pensar que somos los buenos y condenarles. Estamos allí por la gracia de Dios. Por la gracia de Dios. Nuestra actitud debe ser que nosotros hemos recibo una luz, la gracia de conocer el Señor de la Vida, la bendición de ser sus instrumentos.
Pero cuando vayáis ¡no le estorbéis! Dadle a Dios permiso para estar presente a través de vosotros. Quitad de vuestras vidas o de esa presencia cualquier cosa que indique que hay algún tipo de debate, confrontación, algún tipo de ira, el enemigo, los buenos y los malos. No, solo estamos llevando la luz a la oscuridad. Y cuando llevamos la luz, y esa es toda nuestra responsabilidad, la oscuridad se tiene que marchar.
Es muy importante lo que está pasando en tu mente y tu corazón cuando estás allí. Porque había mucha gente en el Calvario, algunos estaban maldiciendo a Jesús, otros decían: “Baja de la cruz y te creeré”. Mira a María y Juan para saber cómo estar en el Calvario, mira a Jesús para saber cómo debemos estar presentes.
Lo que no puede ser es convertir la presencia orante en descanso, como para tomar café. No puede ser que la gente se tome un descanso después de orar un tiempo y se ponga a charlar, y en ese momento llega una mujer y lo único que ve es que están charlando y riendo. Aquello no le parece muy serio… y entra.
Es mejor que haya solo dos en oración que ocho charlando y los demás estén tomando café. Tiene que haber una seriedad. No se puede ir al abortorio, esperar que estén todos (y mientras charlando) terminar y marcharos hablando. Vamos orando o en espíritu de oración, oramos y nos marchamos con el mismo espíritu. Eso es mucho más efectivo que si llegáis y estáis hablando hasta que llegan todos y luego cuando termináis empezáis a hablar.
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