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miércoles, 4 de febrero de 2009

El sentimiento de autotraición (VI) y último.


Espero poder terminar con esta tanda de reflexiones por ahora, puesto que el tema nunca podrá darse por terminado, ya que está dentro de nosotros y va con nosotros donde quiera que vayamos. Sin embargo, como toda obra, hay que dejarla por acabada, pues como el polvo, nunca terminaremos con él por mucho que limpiemos, así nos pasará con nuestros autoengaños y autotraiciones... Como es habitual, dejo el enlace del último capítulo por si los que no siguen la serie quieren engancharse para coger el sentido: pinchar aquí. También, quién quiera leerlos todos para su reflexión y comprensión, pinchar aquí.

Si me autotraiciono, terminábamos en la última reflexión, mis pensamientos y mis sentimientos empezarán a decirme que tengo justificación para lo que hago o dejo de hacer. Se hace ahora conveniente y necesario examinar cómo mis pensamientos y sentimientos hacen y llegan a esas conclusiones. Podemos, para empezar, observar cuando me pareció Nancy peor, ¿antes o después de que me autotraicionara? Supongo que coincidiremos que después.

¿Y cuando suponemos que nos parecieron más apremiantes otros intereses, como mis responsabilidades laborales de la mañana siguiente, antes o después de que me autotraicionara? También, supongo que coincidiremos que después. Todo cobra más importancia y valor después que nos justificamos, puesto que son los argumentos que exponemos para nuestra justificación.

Ahora pensemos si ella nos parece, o suponemos, que es en realidad tan mala como nos pareció después de que su marido la observase así tras haberse autotraicionado. Creo que en una reflexión sincera tendríamos que converger en que "no". Las personas no son tan malas como nos parecen en un momento dado. Solemos decir al final: ¡no era mala persona!


Pero, suponiendo que fuese así, es decir, mala persona tal cual la describe su marido después de haberse autotraicionado, o sea: perezosa, desconsiderada y hasta una mala esposa, ¿supondría eso una diferencia? De ser así, debemos suponer que lo sería antes también de que su marido se hubiese autotraicionado. Es decir, que antes de conocernos debería de haber sido perezosa, desconsiderada y mala persona. Claro, si lo es ahora, también lo sería antes ¿No se va a convertir ahora de repente?

Eso nos debe llevar a muchas conclusiones que tendrán mucha relación con el diálogo y la forma de relacionarnos. También, a considerar las motivaciones e intereses que nos inclinan a unirnos y hacer un proyecto de vida común, referido a este planteamiento que exponemos. Y, de igual forma, podría extrapolarse a otras muchas cuestiones.

Pero, si fuera así, fijémonos bien en esta reflexión, creo que debería haberme levantado para ayudarla aunque fuese perezosa y desconsiderada. Antes de que me autotraicionara, no consideré sus defectos como razones para no ayudarla. Sólo sentí de ese modo después de autotraicionarme, cuando utilicé sus defectos como justificaciones de mi propio comportamiento. ¿Tiene esto sentido?

Lo contemplamos desde otra perspectiva. Recordemos lo que decíamos hace un momento. Aunque Nancy fuese perezosa y desconsiderada, ¿cuándo creemos que nos lo parecía más: antes o después de autotraicionarme? Indudablemente, coincidiremos que después. Así que, aunque fuese perezosa y desconsiderada, lo cierto es que al autotraicionarme la consideré más perezosa y desconsiderada de lo que era en realidad. Y eso, en todo caso, es algo que hizo su marido y hacemos nosotros en nuestras vivencias personales, no ella o los otros.

Así que pensemos. En la situación que hemos descrito, me autotraiciono y pienso que no me voy a levantar para ayudar a Nancy, debido a lo que ella me está haciendo, porque la considero perezosa, desconsiderada y todo lo demás. Pero, ¿es eso verdad? Claro que no, a él, su marido, le parece que es la verdad, pero no lo es.


En efecto. La verdad es que sus defectos me parecieron motivo suficiente para reflexionar si debía ayudarla o no únicamente después de que yo hubiera decidido no ayudarla. Me concentré en ella y exageré sus defectos sólo cuando necesité justificar los míos. Al haberme traicionado a mí mismo, la verdad era precisamente lo contrario de lo que yo creía que era.

De esta manera es como distorsionamos la imagen del otro. Pero al mismo tiempo distorsionamos también nuestra propia imagen. Recuerden como él se considera a sí mismo después de haberse autotraicionado: trabajador, importante, justo, sensible. Se experimentaba a sí mismo como un buen padre y un buen marido, más ¿estaba actuando realmente en ese momento como tal? Concluiremos que no, puesto que al mismo tiempo que exageraba los defectos de Nancy, también minimizaba los propios. Es decir, exageraba sus propias virtudes.

Y todo esto nos suele pasar sin darnos mucha cuenta. La suficiencia de la persona humana está en proporcionalidad directa con sus deseos de justificación. Todo lo queremos justificar y cuando no podemos justificarnos buscamos razones para hacerlo. Así nos va en el mundo. El mundo del Antiguo Testamento: guerras, divisiones, explotaciones, sexo, deseos de la mujer del otro y a la viceversa, divorcios, muertes, hambre...etc. El hombre todo lo quiere justificar, y ante la necesidad de sentir la Gracia de DIOS, que nos es dada gratuitamente, el hombre se revela y se niega a tomarla. Esa es la Buena Noticia, el Nuevo Testamento: JESUCRISTO que nos revela el Amor del PADRE y nos regala un corazón capaz de comprender y perdonar. Desde ahí, desde la aceptación de ese grandioso regalo de aceptar la Misericordia de DIOS en su HIJO JESUCRISTO, el mundo se vería de otra forma, con otro corazón que sólo es trasplantado con un renacer de nuevo desde el agua y el ESPÍRITU.

2 comentarios:

  1. Tu pregunta sobre si se hizo perezosa de repente me hizo recordar que las personas dicen "no eres la persona con quien me casé" y sí lo es, lo que pasa es que no aprendemos a conocer a la persona realmente para poder entonces conocer sus defectos reales y poder aceptarla como es.
    Saludos, muy buena serie de post. gracias. Hilda

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  2. Revisando estas reflexiones, que ahora están siendo discutidas en otros post, he topado con tu comentario, que no había contestado. Sí, realmente es asombroso cuando alguien descubre un defecto en la otra persona y eso le echa abajo su mal entendido amor.
    La persona es un proceso en desarrollo y crecimiento, y en su evolución se descubre entre luces y sombras, pero precisamente, porque te quiero voy a ayudarte a disipar las sombras para que sólo reluzca y brille la luz. Ese es el verdadero amor maduro y responsable. Lo otro, lo que corrientemente se hace, no por ello lo normal, es puro egoísmo y búsqueda de uno mismo, que mal entendido y disfrazado de sentimientos y apetencias nos hacen ver que es lo que debe ser. Los sentimientos son incontrolables; a veces pensamos lo que no queremos pensar, y nos esforzamos en rechazarlos. Igual ocurre en el matrimonio, los debemos rechazar, pues, como el viento, van y vienen, sólo queda la responsabilidad de nuestro consentimiento y el amor que crece en el camino responsable.
    Un abrazo en XTO.JESÚS.

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