Conviene leerse las reflexiones anteriores para entrar en la trama de lo que tratamos de profundizar y clarificar para el encuentro con uno mismo. Es por eso por lo que siempre al principio pongo este enlace que remite a los posteriores, ver aquí, y quedar actualizado en lo que se refiere al tema general. Son muy importantes los conceptos que se barajan y se hace necesario tenerlos muy presente. Ni que decir tiene que se debe, y lo aconsejo, empezar por el primero (I).
La influencia en nuestros comportamientos y, por consecuencia, nuestras actitudes con respecto a los demás dependen de una elección fundamentada. Es algo más profundo que nuestros comportamientos y habilidades. Es lo que se llama el autoengaño: "la incapacidad para darse cuenta de que uno tiene un problema". Recuerden la primera reflexión donde presentábamos una serie de respuestas que no queremos dar, pero las damos. Esa incapacidad de no darnos cuenta es el autoengaño, y eso es el mayor problema que tenemos en nuestra vida, pues de ahí arranca nuestra conversión y actitudes hacia el bien.
La influencia en nuestros comportamientos y, por consecuencia, nuestras actitudes con respecto a los demás dependen de una elección fundamentada. Es algo más profundo que nuestros comportamientos y habilidades. Es lo que se llama el autoengaño: "la incapacidad para darse cuenta de que uno tiene un problema". Recuerden la primera reflexión donde presentábamos una serie de respuestas que no queremos dar, pero las damos. Esa incapacidad de no darnos cuenta es el autoengaño, y eso es el mayor problema que tenemos en nuestra vida, pues de ahí arranca nuestra conversión y actitudes hacia el bien.
De todos los problemas que hay en las familias, organizaciones, mundo laboral, internauta, sociedad...etc. ese es el más común y el más destructivo. Diría que las causas de que el mundo esté como está, están escondidas en ese problema. Determinar si yo estoy dentro o fuera de la Caja es la clave a la solución de todos nuestros problemas.
Volvamos ahora a la anécdota del niño que llora, (IV), supongo que los que hayan leído la reflexión habrán sacado sus conclusiones y hayan llegado a ver lo que sucede en la realidad con estos problemas que están ahí, junto a nosotros, en nuestro cotidiano vivir y relacionarnos. También, supongo que conocerán muchos casos, próximos o de oídas, que por estas o similares situaciones hayan llegado a lo que inmediatamente planteamos.
En ese preciso momento, mientras estaba allí acostado oyendo llorar a nuestro hijo, ¿cómo se imaginan que empecé a ver y sentir Nancy? Así terminábamos el capítulo IV.
Después de haberme traicionado a mí mismo, empecé a ver a Nancy: perezosa, desconsiderada, desagradecida, insensible, simuladora, mala madre y mala esposa. Perezosa puesto que permanecía en la cama indiferente a los llantos de David; desconsiderada y desagradecida a todo lo que su marido hacía por ella; ¿simuladora?, puesto que igual simulaba dormir para permanecer allí ricamente tumbada sin hace nada.
De cualquier forma, el hecho de que estuviese dormida o no, no tiene menos importancia que el hecho de que, él, su marido, creyera que lo simulaba. Ahora, detengámonos y observemos como su marido percibió la situación una vez que se hubo traicionado. Esa realmente es la cuestión. Así pues, desde la perspectiva de ese momento, si Nancy fingía estar dormida y dejaba llorar al niño, ¿cómo creen que puedo conceptuarla como madre? Supongo que coincidiremos que como mala madre.
¿Y cómo esposa? Pues algo parecido, es decir, mala, desagradecida, como alguien que no le hace suficiente caso y todo eso. De forma que, una vez que me hube traicionado a mí mismo, podemos imaginar que empecé a ver a mi esposa como "perezosa", "desagradecida", "que no me hace caso", "insensible", "simuladora", "mala madre" y "mala esposa". Realmente asusta y difícilmente esa situación podrá salvarse de la ruptura e insultos.
Y no es nada irreal, ni imaginario. Es la pura realidad como las personas empiezan a verse de esa manera una vez que se hayan metido en la Caja y traicionado. Y podrán imaginarse como, simultáneamente, empezó a verse a sí mismo: "víctima" (de todos sus defectos y vicios), trabajador, (alguien que trabaja duro para la familia y, por lo tanto, es importante), y si se llega a levantar a atender a David, diría que se veía como una persona justa y lo suficientemente sensible como para oír los llantos del niño.
Y si soy sensible para escuchar a mi hijo pensaré de mí mismo que soy un buen padre. Y si pienso de mí que soy trabajador, justo, sensible, buen padre, seguramente tendré de mí la opinión de que soy un buen esposo. Un buen esposo que tiene que soportar a una esposa como la que cree tener. Así que este simple sentimiento de no responder a lo que creo que debo hacer hace en mí que nazcan una serie de sentimientos y juicios que me llevan a ver a, en esta anécdota, que podemos extrapolar a muchas otras situaciones, a Nancy y a mí mismo, su marido, de la siguiente forma:
Ella, Nancy: perezosa, desconsiderada, desagradecida, insensible,simuladora, mala madre y mala esposa. Él, su marido: víctima, trabajador, importante, justo, sensible, buen padre y buen esposo.
Ahora sobre esta situación, veamos lo siguiente. ¿Creen que cualquiera de estas ideas y sentimientos sobre Nancy me invitan a reconsiderar mi decisión y hacer lo que en un principio sentí que debía hace por ella? Supongo que coincidiremos que no, sólo harán justificarme que no haya hecho nada. Me dan razones para permanecer en la cama y no atender a David.
Así que: 1º "Un acto contrario a lo que siento que debería hacer por otro es un acto de autotraición".
2º Cuando me traiciono a mí mismo, empiezo a ver el mundo de una forma que justifica mi autotraición". Si me autotraiciono mis pensamientos y mis sentimientos empezarán a decirme que tengo justificación para lo que hago o dejo de hacer.
Aquí me paro hoy, porque creo que hay mucho contenido para revisarnos y tratar de vernos tal como somos, pues sólo desde ahí podemos construirnos y crecer en madurez y bondad. Hasta la próxima.
El sentimiento de autotraición, buen título para algo que generalmente todos llevamos dentro en este tipo de situaciones cotidianas.
ResponderEliminarUn saludo desde Chile.
Es algo,María Angélica, que va con nosotros a donde quiera que vayamos. Es el mal de siempre y el de ahora, en nuestro tiempo. Los problemas no se solucionan cambiando de pareja, por ejemplo, de trabajo, de amigos, de ciudad...etc. Donde quiera que vallamos llevamos nuestros autoengaños y autotraiciones con nosotros y es el enfrentarnos a ellos y vernos lo que nos permitirá darnos cuenta y cambiar. Con nuestro cambio, cambiará el mundo también. Observamos, entonces, que es labor de todos, y deberçiamos más revisarnos que hablar y criticar los problemas que nos afectan.
ResponderEliminarEn mi país decimos: "el león cree que todos son de su condición" De alguna manera cuando vemos el error en nosotros, es más fácil trasladarlo hacia los demás.
ResponderEliminarSaludos. Hilda
No te quepa la menor duda, Hilda. Nuestro pecado es querer justificarnos, no comer la manzana. El hombre está llamado a ser como DIOS,porque DIOS quiere darle su Gloria y eternidad, semejantes a ÉL, pero el hombre lo que ha querido es ser como DIOS por un camino más fácil,sin contar para nada con DIOS. Y sin ÉL nada podemos, ni nada somos. Y el Maligno que lo sabe se lo ha puesto más fácil poniéndole la manzana delante y entusiasmándolo al decirle que si la come es como DIOS y ya no lo necesita (nos abre la puerta ancha). Ese es nuestro pecado y nuestro autoengaño. Nos creemos seres superiores a otros y vienen los enfrentamientos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, y gracias por tus comentarios.