Manuel
hablaba con entusiasmo y, parecía, como inspirado.
—La familia es de vital importancia.
Jesús nació en una familia y la familia representa la célula de la sociedad.
Todo está contenido en la familia. Luego, los programas y las políticas deben
estar centrados en la familia. ¿Y qué ocurre?
—Todo lo contrario ─se apresuró Pedro
a responder─. Al menos eso es lo que yo aprecio. Las políticas se empeñan en
destruirlas más que a fortalecerlas. Y es algo tan claro, porque si la célula
de la sociedad funciona, la sociedad funciona, ¿no es así?
Miró a Manuel.
—Evidentemente —siguió Manuel. La familia
es el lugar donde el amor se hace presente. Los hijos demandan amor desde su
concepción en el vientre de sus madres. Siendo los más débiles e indefensos,
son los que más amor reciben. ¡Cosa curiosa!, pues, siendo seres que no dan
nada ni producen nada, son en esos momentos de sus vidas plenamente vulnerables,
y, sin embargo, centros de la familia y los que realmente mandan. Porque, todo
se centran en ellos y todos está pendientes de ellos: Chiiisss, ¡cuidado que el
niño está durmiendo! ¡No dejen al niño solo!… ¿Cómo está el niño? …etc.
Tras una breve pausa, continuó Manuel
su exposición.
—Y el aborto, del que ya hemos
hablado, está directamente relacionado con esta intención destructora de la
familia, concluyó Manuel mirando su reloj y haciendo un gesto como de cierto
cansancio que reflejaba el punto final de la conversación señalando la retirada
a casa.
«El puzle se iba
completando, a la ley del aborto se sumaba ahora la de la eutanasia. Es decir,
te podían prohibir nacer, y también ahora seguir viviendo. La coartada era
demostrar que sufres y que ya no tiene sentido seguir en este mundo. Representas
un coste económico para el país y ya no sirves, sino para crear gastos. Eres un
ser improductivo».
«Es verdad que en un tiempo fuiste una persona prometedora, rentable económicamente y aportaste mucho a la sociedad. Pero, tu tiempo se ha acabado y tus derechos también. La ley – dueña y señora – te señala como destino tu muerte. Pondrán mil y una excusa, justificación, y hasta te engañarán, pero decidirán mandarte al otro mundo. Te has convertido en carne de comida, diríamos, haciendo un símil con el ejemplo de la Granja
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.