El
MOMENTO PRESENTE
Los recuerdos siempre actúan sobre ti de forma nostálgica,
pero también a modo de trampa, pues te llevan a comparar tu vida, ya vivida –
el pasado – y tu vida presente – el hoy y ahora-. Y digo trampa, porque cada
época y cada vida tiene su momento, su pasado y su presente. Así como también
su futuro. La vida es un camino y, como camino, te pone en tesitura tus propias
elecciones. Saber elegir es de vital importancia.
Sin embargo, muchos momentos de tu
vida son consecuencias de elecciones no tan conscientes. O dicho de otra forma,
las has elegidos sin saber realmente si era la mejor elección o no. Si bien,
eso no te justifica ni te disculpa de tu responsabilidad. Por eso, el esfuerzo,
la reflexión y meditación son necesarios y fundamentales. Indudablemente, eso
no te garantiza una buena elección, pero si puede eximirte de tu
responsabilidad. Has hecho lo que podías. Y a eso ayuda mucho una buena
tertulia.
Las malas decisiones hay que asumirlas
y tratar de enderezarlas, no cayendo en los mismos errores, sino aprendiendo de
ellos. Evidentemente, ello supone contrariedad, molestias y esfuerzos, y, por
mi experiencia, no todos están dispuestos a ello.
Recuerdo, dijo Manuel, la historia de
un amigo, con el que compartía cosas íntimas y profundas. Me comentaba que su
matrimonio había sido dirigido por el Espíritu Santo. Su fe le había
descubierto esa intuición que le descubría que aquella joven, en la que él
había puesto los ojos era la compañera ideal que necesitaba y a la que el
Espíritu de Dios le había puesto delante.
Me comentó que buscaba alguien con un perfil dialogante, abierto y con generosidad. Alguien capaz de comprender, de ser solidario y de amar hasta comprometerse íntegramente. No es que descubriera eso enseguida, pero la convivencia conyugal y el tiempo me lo han ido aclarando.
El compañero se paró unos momentos y,
luego, algo emocionado prosiguió. Eso no te libra de conflictos, problemas y
crisis. Crisis de crecimiento en maduración y crisis en diferencias,
apetencias, egoísmos, infidelidades y toda clase de situaciones que tienden a
romper la unidad, la unión y la familia.
¡Es que eso es el matrimonio!, me dijo
con cierta emoción que escondía un cierto gozo. ¡El amor es una lucha
constante! ¿Acaso has encontrado un amor que no te haya hecho llorar, sufrir y
arder en gozo y felicidad? ¿Cómo puedes demostrar que realmente quieres si no
te olvidas de ti y te entregas, poco a poco, hasta dar tu vida si es preciso? ¿Acaso
conoces otra clase de amor? Todo lo que no sea eso es egoísmo y un amor
interesado y exclusivista.
Pero, me sorprendió más cuando añadió,
dijo Manuel, con voz temblorosa y emocionada: el paso de los años te va
desvelando ese amor y ese gozo. Con el tiempo te das cuenta de que el placer y
el sexo no son lo más importante. Al final queda solamente ella y tú, y el
fruto de ese amor: los hijos. Entonces empiezas a comprender lo que realmente
es el amor y lo que significa amar.
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