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miércoles, 14 de diciembre de 2022

LA TERTULIA - continuación -

La mañana barruntaba tormenta. Y eso siempre era recibido con alegría. La lluvia devolvía la sonrisa al campo y era muy agradable observar como el paisaje campestre sacaba su manto verde a las primeras gotas que recibía. Pedro, al que le gustaba madrugar, vislumbró el olor a humedad y el tintineo del goteo sobre la claraboya del baño. La lluvia era un hermoso regalo, sobre todo se caía despacio, con suavidad y en una franja de tiempo considerable

          Cierto es que si llovía mucho y en breve tiempo, más que beneficiosa podía ser perjudicial. Sobre todo en las capitales que se descuidan y no se preparan. Si es verdad que en otras ocasiones es imposible prever lo que va a suceder y cuando la lluvia es copiosa y cae en breve tiempo llega a producir desbordamientos e inundaciones. Pero, siempre, salvo en ciertos casos, la lluvia es una bendición.

          Era una mañana hermosa. La alfombra verde de los campos oliendo a humedad y a hierba fresca desprendía un aroma que sabía a gloria. Quizás, porque por aquí llovía poco y cuando llovía, aunque fuese unas simples lloviznas, se recibían con alegría y agradecimiento. No me resistí a dar un paseo en coche por el campo y disfrutar del aire fresco que te purificaba los pulmones.

          De regreso del agradable paseo y ya con la lluvia cesada y el sol resplandeciendo, el día era un regalo hermoso que la Providencia nos ofrecía y nos brindaba al disfrute. Ya, llegado a la ciudad, el hermoso día te invitaba a caminar, hacer un poco y suave ejercicio y tomar un espléndido café sentado en el lugar de costumbre, donde precisamente encontraría a Manuel. Y Así fue, cuando llegué, Manuel llevaba allí ya un buen rato y me recibió diciéndome:

 —Pensaba que no ibas a venir hoy a tomarte el café.

          —Estuve —respondió Pedro— dando una vuelta por el campo. Me gusta contemplar la lluvia y verla caer sobre la tierra y observar cómo en pocos días todo se pondrá verde, florido y hermoso. Ya llevamos varios días que está lloviendo intermitentemente, y cuando sucede eso es mucho mejor para el campo. La tierra lo agradece más. Se va empapando poco a poco y sus efectos son más productivos. Tuve el placer de comprobarlo en el breve paseo que he dado esta mañana.

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