En muchos momentos aludimos a la experiencia, y la valoramos altamente, porque tener muchos años de vida da derecho a haber vivido situaciones de todos los colores y experimentas salidas y soluciones de todo tipo. Eso da serenidad y equilibrio para tomar decisiones, pero, sobre todo, para valorar en su justa medida cada cosa.
La experiencia te va descubriendo que lo importante no es tener, sino repartir, porque en la medida que repartas tendrás quienes te lo devuelvan cuando tú lo necesites. La experiencia te enseña que al fina lo que realmente queda son tus valores, tus actos solidarios y tu buen hacer. Empiezas a entender que lo que hayas atesorado lo vas a perder, porque no tendrás tiempo de gozarlo ni tampoco para gastarlo. Necesitamos mucho menos que lo que tenemos y guardamos.
Comprendes que lo que te va a quedar son tus buenas obras de amor, pero que, si no las has practicado, ahora no te es fácil hacerlas. Necesitarás el mismo esfuerzo proporcional que antes. Siempre exigirá amor, y el amor necesita humildad y sinceridad. La experiencia te enseña mucho y te descubre que las cosas que, quizás, ahora, te atraen y te motivan, mañana descubres que no son tan importante, que lo que siempre es importante es el amor. El Amor como don gratuito y desinteresado en hacer el bien a los demás.
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