Y se quedan tan tranquilo, pero seguramente en las apariencias, porque todos saben que han legalizado, una vez más una ley para matar. Y matar a los seres humanos más indefensos. Seres humanos que no todavía no pueden hablar; seres humanos que todavía no pueden defenderse ni pedir auxilio, ni siquiera a sus padres, porque son sus propios padres sus verdugos.
¡Dios mío!, no quiero verme en el pellejo de todos aquellos que como, Herodes en su época, tiene bajo su conciencia la muerte de muchos inocentes que viven en el seno de sus madres. Por eso clamo al cielo, y desde este humilde blog grito con toda mi alma y denuncio esa injusticia:
Señores del gobierno y parlamentarios, están ustedes permitiendo que muchos niños sean asesinados. Jesús, en el Evangelio de hoy denuncia también muchas leyes injustas que esclavizan al hombre y le someten. Nadie debe pasar hambre, ¡pero pasa!; nadie debe pasar sed, ¡pero pasa! Ni tampoco frío, ni esclavitud, ni ser explotado. También esas son leyes injustas que no se denuncian, y si se hace son utilizadas simplemente como noticias para programas de entretenimiento.
Ayer me fui a la cama intranquilo. No se me quitaba el drama y la tragedia que se vive en la frontera de Bolivia y Argentina. Miles de niños y jóvenes desaparecidos; tratas de blancas, narcotráfico, crímenes, desorden e injusticias. Y lo pagan los pobres y excluidos. Y eso permitido a los ojos de todos, de manera especial de las autoridades.
Vuelve el sábado a someter al hombre. Jesús lo denuncia hoy, pero el hombre sigue en sus trece imponiendo su propia ley, la de la esclavitud y la injusticia. Todavía persisten en que el hombre está en función del sábado y no al revés. Poco ha cambiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.