Si pierdes el deseo de perfeccionarte estás diciendo que has perdido las ganas de vivir. Porque sólo se puede vivir con la idea de perfección. Hemos sido creados para progresar y alcanzar la perfección. Desde niño experimentamos que cada día aprendemos más cosas, y cosas buenas, espectaculares y que nos ayudan a ir creciendo y siendo mejores o más perfectos.
Porque la perfección busca siempre el bien. De buscar el mal no sería perfección, sino desviación perversa que amenaza con destruirnos también a nosotros. El hombre siempre tiende a buscar el bien, y eso le dignifica y le hace hijo de Dios, porque Él nos ha creado para hacer el bien, y eso se llama amor. Por lo tanto, el hombre nunca descansará en buscar hacer cada día el bien, y hacerlo mejor.
Pero pronto descubrimos que en lugar de crecer lo que hacemos es decrecer. Vamos para atrás y eso puede llegar a cansarnos y a pensar en arrojar la toalla. El peligro está en la tentación de querer hacer el camino solo. Solo porque de esa forma nos es más fácil y nos creamos menos conflictos y controversias. Solos vamos a nuestro ritmo y nadie nos marca acelerar o ralentizar el paso.
Pero de esa forma descubrimos que en lugar de amar nos estamos amando, y pronto el sin sentido y el vacío se apodera de nosotros y es cuando empieza la verdadera desmotivación y el deseo de alejarnos o tirar la toalla. La misión no es nuestra, es del Señor, y nosotros somos meros colaboradores que, sólo en sus Manos, seremos capaces de servirle en la medida que nos abramos al Espíritu de Dios que nos mueve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.