OPINIONES Y VERDADES

Tu verdad aumentará en la medida que sepas descubrir en los demás a Dios.

En el trascurso de nuestra vida hemos advertido sobre las opiniones y verdades. Experimentamos que eso de opinar camina por tierras movedizas. Ni tú ni yo estamos capacitados para opinar, porque, entre otras cosas, ¿quién eres tú para opinar sobre lo que hace otro? ¿Acaso tú sabes la verdad? Otra cosa sería dar tu pobre o rica opinión según la verdad subjetiva de ti mismo.

Pero de ser esa la verdad estás muy lejos porque nunca llegarás a entender ni leer el corazón del otro. Otro que muchas veces, por no decir casi siempre, tampoco sabe entenderse a sí mismo. Estamos muy inclinados a dar opiniones y a señalar a otros sin darnos cuenta que a quienes señalamos son a nosotros mismos, pues nuestros conocimientos no son los suficientes para saber el fondo de la cuestión.

La única Verdad la conoce sólo Dios y nosotros tenemos pequeñas verdades propias que junto a las de otros van formando y aproximándose a la verdad. Podemos opinar, pero nunca con carácter de firmeza y absoluta verdad. Al opinar buscamos encontrar la verdad, y entre todos podemos aproximarnos, pero lo verdaderamente importante es descubrir que sólo en el Espíritu podemos encontrar, por su acción y asistencia, la Verdad que Él nos va revelando.

No es verdad que tu verdad señala y descubre al otro, porque de esa forma te convierte en juez. Y tú no eres juez ni tiene la suficiente verdad para atreverte a juzgar al otro en lo que se refiere a lo que sale de dentro de su corazón. Sólo lo objetivo puede ser juzgado y eso si queda suficientemente probado.