Es lo que decimos cuando dos personas se casan en santo matrimonio. Nuestro proyecto es ser dos en uno, una sola carne que nos una a los dos. ¿Pero qué queremos decir con esto? Porque, claro está que dos no se podrán convertir en uno, y uno nunca podrá ser dos. ¿A qué nos referimos?
A pesar de tener dos individualidades distintas, sólo estando el uno en el otro puede ser posible. Y estar en el otro es "ser el otro", ser uno para el otro, estar enamorados para siempre, con o sin sentimiento, aunque se padezca a veces, pero el amor es darse, entregarse, dar algo que ya no pertenece a uno, decir sí cada día, siempre.
Y es que el camino para encontrarnos y encontrar la verdad pasa por momentos de incomprensión, de sufrimientos y de soledades. Sólo en las dificultades nos esforzamos para mejorar, para perfeccionarnos, para encontrar salidas. Pero sin romper la unión, porque la huida no hace sino llevar el problema a otra parte.
La única manera de encontrar la felicidad es desenterrarla con tu propia vida, viviéndola responsablemente, y cultivándola con tu entrega, tu fidelidad, tu entusiasmo, tus esfuerzos y tu abono diario regado con el sudor de tu frente. No hay otro camino ni otras tierras mejores. Es tu tierra, la que has escogido y con la que te has comprometido la que vale la pena cultivar con esmero, atención y cuidados. En ella están los frutos de tu felicidad.
Estoy deacuerdo contigo, sólo el dar sin esperar, la entraga al otro, el ser el otro, ser uno en dos, en todas las etapas de la vida, buenas o malas, lleva a la verdadera felicidad del matrimonio. Un abrazo
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