El amor - esa voluntad y constancia, esa fidelidad como respuesta - es lo que convierte nuestra vida en algo vivo, que no acabe como una planta mustia, por falta de regarlo.
El amor es ese empeño en hacer el bien y no defraudar, y de aceptar y querer lo que se nos va presentando en el camino de la vida. Es mantener la llama de búsqueda viva, en camino, activa y en actitud cambiante, no de nuevas cosas, sino de actitudes antes las nuevas situaciones y sentimientos.
No se trata de cambiar de amor, sino de ver el amor desde otro ángulo, con otra mirada, y con actitud de darse y entregarse. El amor nunca se va, está siempre presente. Es cuestión de cultivarlo en el riego de mi mismo jardín, y de limpiarlo de las semillas muertas que han dado vida a otras floridas y hermosas.
Las etapas del amor cambian, pero la sustancia amorosa no. El amor madura hasta permanecer constante y siempre. Nunca puede morir, y cuando lo enterramos u olvidamos, experimentamos que donde quiera que vayamos no lo encontramos de nuevo, porque siempre estará esperándonos en ese lugar donde ha sido enterrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.