eso no significa que haya llegado a la plenitud. Sí, hay un gozo y una felicidad que, incluso en muchos momentos del camino, te sientes cansado, angustiado y tentado a dejar de remar contra corriente. Sí, hay muchos momentos que se hace oscuridad en tu vida y hace presencia la tristeza o desesperación.
Pero pronto viene la Luz de nuevo. Amanece el día y la tentación de la oscuridad queda vencida, superada. Y se reanuda el camino. Más si cabe cuando lo haces acompañado, cuando no vas solo. Por eso, el grupo, la comunidad, los demás son importantes en tu vida y en tu caminar.
Jesús así nos lo enseñó cuando escogió a un grupito y nos mandó a amar y amarnos. Sabía de nuestras necesidades y apoyos. Y sí lo experimentamos, sobre todo los que caminamos junto a otros. Se siente la palmadita, el ánimo, la comprensión, el servicio, la atención... el amor.
Pero en este recorrido vital hay un denominador común: La alegría de saber que tras la meta encontraremos aquello que perseguimos: La felicidad eterna. Esa esperanza vivida a cada instante, cada día, en las tribulaciones, en el trabajo, en los contratiempos, en las penas, pero también en las alegrías encienden tu vida, la levantan y la ponen en acción: "Caminante no hay caminos, se hace caminos cuando andas, pero no un andar indiferente, porque simplemente hay que caminar, sino un andar esperanzado, feliz y gozoso de que llegaremos a la meta final, aquella que el Padre nos ha prometido".
Y eso borra toda tristeza, todo disgusto, todo abatimiento, todo desánimo. Concluyes en que detrás de los avatares de este camino solo subsiste un sentimiento: "El gozo de sentirte inmensamente feliz".
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