SE QUEDÓ EN LA ECUCARISTÍA

En ella el Señor se quedó. Fue la última aparición.

Todo el Mensaje de JESÚS está contenido en su Eucaristía. Cuando decidió permanecer entre nosotros y eligió esa forma de estar presente, la EUCARISTÍA, tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciéndoles que ese era su Cuerpo. Lo mismo repitió con el vino diciéndoles que esa era su Sangre.

JESÚS bendice la Voluntad del PADRE, la toma, la acepta libremente, se ofrece como víctima propiciatoria, se parte y muere por nosotros, y se entrega en la Cruz para remisión de todos nuestros pecados. Bendecir, partir y entregar. Tres verbos que debemos conjugar y vivirlos en nuestra vida, pues fue eso lo que precisamente hizo JESÚS.

No estamos en JESÚS, ni mucho menos nos hemos encontrado con ÉL, si no nos dejamos bendecir por su Gracia, si no nos dejamos partir, morir a nuestra humanidad y egoísmos, y si no nos entregamos, desapegados de todas nuestras apetencias, para ser libres en disponibilidad a los hermanos. Y entregarnos hasta el extremo de dedicar toda nuestra vida en esta tarea. Si esto no es así, o va camino de eso, nuestra conversión no está creciendo. Esta instalada, parada o estancada en otras cosas que nos impiden ver a JESÚS.

Cada Eucaristía nos invita a dejarnos bendecir, a dejarnos partir y a dejarnos entregar por amor a ÉL y, en consecuencia, a los demás. Y esto en servicio libre y voluntario. El lavatorio de los pies es la lección que nos enseña eso. Es la lección que nos revela la intención de JESÚS y todo la sustancias de su Mensaje. No hay más. "Amense los unos a los otros cómo YO les he amado", no como a ti o a mí me parezca, pueda o quiera, sino cómo ÉL nos amó y nos ama.

Pero no estamos solos para tan grande y digna misión. Contamos con el Paráclito, enviado por el PADRE, para asistirnos y guiarnos hacia la Verdad y la verdadera Luz. Con ÉL no podemos fracasar. ¡Estamos, pues salvados! Por eso lo necesario y fundamental de dejarnos llevar, bendecir, partir y entregar.