A la hora de discernir el camino a seguir debo tener muy claro que metas me propongo alcanzar. Si no es así, mi camino será dubitativo, inseguro y sin ninguna referencia donde ir. La seguridad de saber lo que es bueno o no lo es es fundamental en la vida de cualquier persona que se precie de quererse y de buscar lo mejor para él.
Estas premisas no admiten ninguna discusión, pues es evidente que todo ser humano busca su propio bien y lucha para ello. Sin embargo, otra cosa muy diferente es saber donde está mi propio bien. Creo que nadie puede arrogarse el conocimiento de saber que es lo que quiere, pues en la vida todos nos equivocamos y sufrimos por nuestras propias equivocaciones. ¿O hay alguien que no se haya equivocado nunca? Quisiera saberlo para pedirle luz y consejo.
Este simple razonamiento nos lleva a discernir que necesitamos tener una referencia sabia que no se pueda equivocar y nos alumbre el camino por donde debemos andar. Porque si a la hora de ponernos en camino cada uno toma el que mejor le parece, muchos nos perderemos y no nos veremos más. Ocurre, entonces, que uno encuentran muy bien matar a los niños dentro del seno de sus madres, y eso lo consideran un bien y un derecho.
Otros consideran que eso es un crimen y una desigualdad ante unos niños inocentes, indefensos y con todos los derechos humanos como cualquier persona. Unos tienen un concepto de libertad que les da derecho a someter, imponer y aplicar los criterios que ellos interpretan mejor pensando más en sus intereses que otra cosa. Otros lo ven de otra manera, y así iríamos construyendo una lista interminable de diferentes puntos de vista ante la realidad de las cosas.
Pero la pregunta es la siguiente: ¿Qué es lo que está bien o mal? O dicho de otra manera: ¿Qué es bueno para el hombre o malo? Sabemos, y eso nadie lo puede negar, que matar es malo, que robar es malo, que privar de libertad es malo, que no respetar los derechos de los demás es malo, que...etc., pero seguimos erre que erre incapaz de distinguir el bien del mal porque hacemos esas cosas.
Sin embargo, todo lo que va en defensa de la vida contra la muerte; todo lo que va en respeto a la propiedad privada y derechos de cada uno; todo lo que va en procurar una convivencia libre, en paz, justa y digna son cosas buenas y que todos queremos. Por lo tanto, algo ocurre cuando unos procuran seguir el camino del mal y otros buscan el camino del bien. La sociedad está enfrentada, enferma de egoísmos y ceguera que confunde el bien con el mal.
Necesita referencias que le indique cual es el camino del bien frente al mal. Y eso sólo está en el corazón del hombre cuando es capaz de desapegarse de su propio egoísmo y abrirse al deseo de amor que habita en lo más profundo de su ser. Sólo cuando el ser humano es capaz de volverse a su Creador y dejarse modelar por el ESPÍRITU que le asiste y le dirige, es capaz de encontrarse consigo mismo y descubrir la única y verdadera Verdad: "El Amor", que aplicado a todos los hombres haría un mundo como todos deseamos: en paz, en justicia y caridad.
Estas premisas no admiten ninguna discusión, pues es evidente que todo ser humano busca su propio bien y lucha para ello. Sin embargo, otra cosa muy diferente es saber donde está mi propio bien. Creo que nadie puede arrogarse el conocimiento de saber que es lo que quiere, pues en la vida todos nos equivocamos y sufrimos por nuestras propias equivocaciones. ¿O hay alguien que no se haya equivocado nunca? Quisiera saberlo para pedirle luz y consejo.
Este simple razonamiento nos lleva a discernir que necesitamos tener una referencia sabia que no se pueda equivocar y nos alumbre el camino por donde debemos andar. Porque si a la hora de ponernos en camino cada uno toma el que mejor le parece, muchos nos perderemos y no nos veremos más. Ocurre, entonces, que uno encuentran muy bien matar a los niños dentro del seno de sus madres, y eso lo consideran un bien y un derecho.
Otros consideran que eso es un crimen y una desigualdad ante unos niños inocentes, indefensos y con todos los derechos humanos como cualquier persona. Unos tienen un concepto de libertad que les da derecho a someter, imponer y aplicar los criterios que ellos interpretan mejor pensando más en sus intereses que otra cosa. Otros lo ven de otra manera, y así iríamos construyendo una lista interminable de diferentes puntos de vista ante la realidad de las cosas.
Pero la pregunta es la siguiente: ¿Qué es lo que está bien o mal? O dicho de otra manera: ¿Qué es bueno para el hombre o malo? Sabemos, y eso nadie lo puede negar, que matar es malo, que robar es malo, que privar de libertad es malo, que no respetar los derechos de los demás es malo, que...etc., pero seguimos erre que erre incapaz de distinguir el bien del mal porque hacemos esas cosas.
Sin embargo, todo lo que va en defensa de la vida contra la muerte; todo lo que va en respeto a la propiedad privada y derechos de cada uno; todo lo que va en procurar una convivencia libre, en paz, justa y digna son cosas buenas y que todos queremos. Por lo tanto, algo ocurre cuando unos procuran seguir el camino del mal y otros buscan el camino del bien. La sociedad está enfrentada, enferma de egoísmos y ceguera que confunde el bien con el mal.
Necesita referencias que le indique cual es el camino del bien frente al mal. Y eso sólo está en el corazón del hombre cuando es capaz de desapegarse de su propio egoísmo y abrirse al deseo de amor que habita en lo más profundo de su ser. Sólo cuando el ser humano es capaz de volverse a su Creador y dejarse modelar por el ESPÍRITU que le asiste y le dirige, es capaz de encontrarse consigo mismo y descubrir la única y verdadera Verdad: "El Amor", que aplicado a todos los hombres haría un mundo como todos deseamos: en paz, en justicia y caridad.
Difícilmente puede hallarse una pregunta de mayor interés: Si haces el mal es porque le deslumbra la partecilla de bien con la que el mal se reviste. Es una consecuencia natural de ser criaturas de Dios, Bien infinito, que todo lo hace bien y para el bien; que no sólo ha puesto el bien en todas sus obras, sino la aptitud para hacer el bien y así incrementarlo.
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