Cuantas veces exultantes de alegría gritamos, ¡la vida es bella!, y nos sentimos pletóricos y llenos de entusiasmo y vida. Sin embargo, somos conscientes que esa euforia pronto va a desaparecer y volveremos a la rutina cansina, desesperanzada, dolorosa del día a día que nuestra propia existencia nos depara.
Deseamos y anhelamos ser felices y luchamos para conseguirlo. Todos los esfuerzos del hombre van encaminados a conseguir una humanidad más confortable, un bienestar más perfecto, una vida, en suma, más feliz. Y eso, lo sabemos, pasa por una mejor salud, una mejor abundancia de bienes para todos, una equitativa justicia y fraternidad, y una... hasta resumirlo en un amor auténtico entre todos los hombres.
Y esas ansias de felicidad ha hecho que el hombre no se quede instalado, acomodado, sino que evolucione y busque su objetivo: "ser feliz". Desde esa reflexión entiendo que lo que me hace feliz es sinónimo de bello, de hermosura. No en vano decimos. "¡Qué maravilla más hermosa!, cuando miramos o saboreamos algo que nos ha gustado de forma plena. Todo lo bueno es bello, porque la belleza y lo bueno y verdadero se confunden en un mismo concepto.
Aún teniendo diferentes matices, vienen a significar lo mismo. Algo que me agrada, que me gusta, viene a ser bonito y bello, a pesar de que su apariencia no guarde una belleza estética impactante y atrayente. El sólo hecho de su bondad y autenticidad la hace bella y hermosa. Espontáneamene lo descubrimos cuando de forma instintiva proclamamos, ¡qué maravilla!, cuando observamos algo placentero, verdadero y que, por lo tanto, nos es grato.
Lo bueno y verdadero es hermoso, y sólo desde ahí se puede gozar y sentir la belleza de la vida. Porque la vida es una aventura comprendida entre la explosión de ser y vivir plenamente y el dolor, sufrimiento y muerte. Se es y se deja de ser. No podemos escapar a la alegría y el gozo, no hay mal que cien años dure, pero tampoco podremos evitar el dolor y el sufrimiento. Ambas cosas, vida y muerte, son inherentes a la propia vida.
De forma que, nada puede ser bello y hermoso y verdadero, si no es duradero y eterno, pues en la finitud termina la belleza ya que al marchitarse aparece la fealdad y la mentira. Por eso, razonablemente, la Belleza Suprema está en DIOS, hacedor y creador de todo lo que existe, tanto lo visible como invisible, así que no hay nada que contradiga que tengamos hermanos en otros planetas. Sólo DIOS puede explicarlo, pues es ÉL el Autor de todo lo que existe.
Y, también, Autor de toda belleza, que como tal, es la Belleza en su mayor expresión, pues lo creado no puede ser superior a su Creador. Todo esto me lleva a considerar que no podré entender lo bello sino desde el Autor de esa belleza, y la vida no podrá ser bella verdaderamente si no la miro desde el Creador de tanta belleza.
Deseamos y anhelamos ser felices y luchamos para conseguirlo. Todos los esfuerzos del hombre van encaminados a conseguir una humanidad más confortable, un bienestar más perfecto, una vida, en suma, más feliz. Y eso, lo sabemos, pasa por una mejor salud, una mejor abundancia de bienes para todos, una equitativa justicia y fraternidad, y una... hasta resumirlo en un amor auténtico entre todos los hombres.
Y esas ansias de felicidad ha hecho que el hombre no se quede instalado, acomodado, sino que evolucione y busque su objetivo: "ser feliz". Desde esa reflexión entiendo que lo que me hace feliz es sinónimo de bello, de hermosura. No en vano decimos. "¡Qué maravilla más hermosa!, cuando miramos o saboreamos algo que nos ha gustado de forma plena. Todo lo bueno es bello, porque la belleza y lo bueno y verdadero se confunden en un mismo concepto.
Aún teniendo diferentes matices, vienen a significar lo mismo. Algo que me agrada, que me gusta, viene a ser bonito y bello, a pesar de que su apariencia no guarde una belleza estética impactante y atrayente. El sólo hecho de su bondad y autenticidad la hace bella y hermosa. Espontáneamene lo descubrimos cuando de forma instintiva proclamamos, ¡qué maravilla!, cuando observamos algo placentero, verdadero y que, por lo tanto, nos es grato.
Lo bueno y verdadero es hermoso, y sólo desde ahí se puede gozar y sentir la belleza de la vida. Porque la vida es una aventura comprendida entre la explosión de ser y vivir plenamente y el dolor, sufrimiento y muerte. Se es y se deja de ser. No podemos escapar a la alegría y el gozo, no hay mal que cien años dure, pero tampoco podremos evitar el dolor y el sufrimiento. Ambas cosas, vida y muerte, son inherentes a la propia vida.
De forma que, nada puede ser bello y hermoso y verdadero, si no es duradero y eterno, pues en la finitud termina la belleza ya que al marchitarse aparece la fealdad y la mentira. Por eso, razonablemente, la Belleza Suprema está en DIOS, hacedor y creador de todo lo que existe, tanto lo visible como invisible, así que no hay nada que contradiga que tengamos hermanos en otros planetas. Sólo DIOS puede explicarlo, pues es ÉL el Autor de todo lo que existe.
Y, también, Autor de toda belleza, que como tal, es la Belleza en su mayor expresión, pues lo creado no puede ser superior a su Creador. Todo esto me lleva a considerar que no podré entender lo bello sino desde el Autor de esa belleza, y la vida no podrá ser bella verdaderamente si no la miro desde el Creador de tanta belleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario crea comunidad, por eso, se hace importante y necesario.