En esta tarde, a eso de las siete y 45 minutos, mientras mal oía, por mis limitaciones auditivas, la homilía de la Eucaristía de hoy, me vino al pensamiento la frase evangélica. "al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará incluso lo que tiene. Mi mente se abrió para comprender de una forma más meridiana y clara lo que dijo el SEÑOR.
Realmente somos sarmientos que sin permanecer unidos a la Vid Verdadera no podemos alcanzar la sabia necesaria para dar frutos y ser eternos. Y, sólo, en la medida que estemos y permanezcamos unidos a la Vid nuestros frutos serán exquisitos y de gran calidad. Exquisitos en paciencia, comprensión, humildad, suavidad y bondad; exquisitos en sencillez, disponibilidad y entrega al servicio del bien común; exquisitos en verdad y libertad.
Esos son los frutos que se desprenden y alimentan en la Vid Verdadera y Auténtica. Sólo esa Vid los puede dar, y quien no permanezca en Ella se seca y deja de dar frutos. Y seca es echada al fuego para ser destruida. El LABRADOR se cuida de cultivar y mimar esa tierra, que en su HIJO tiene todo el alimento necesario para morir en su semilla y dar frutos abundantes en verdad y caridad.
También, por añadidura, los frutos traerán vitaminas y complementos que reforzaran su propio desarrollo y revitalizaran las hojas y tallos para que se multipliquen y crezcan en madurez y sabor. Todo será de buena calidad y en abundancia, y cada día crecerán más frutos y mejores. El Dueño y SEÑOR los podará y los cuidará para que crezcan en ÉL y con ÉL.
Y estando injertado nada hay que temer, pues los frutos están garantizados y en abundancia. Sin embargo, ocurre que aquel sarmiento que se despega, que se deja deslumbrar por el colorido y resplandor del terreno, que se apega a su propia confianza, suficiencia y seguridad, y que dormido en las olas del hedonismo y apetencias queda desligado de su vital Alimento, termina por sucumbir a las plagas, a las tormentas, a las heladas y pierde lo que podía tener y, aún, perderá todo lo que tiene: el mayor regalo que el hombre puede recibir: "La Vida de la Gracia", o lo que es lo mismo: "LA MISMA VIDA DE DIOS.
Esos son los frutos que se desprenden y alimentan en la Vid Verdadera y Auténtica. Sólo esa Vid los puede dar, y quien no permanezca en Ella se seca y deja de dar frutos. Y seca es echada al fuego para ser destruida. El LABRADOR se cuida de cultivar y mimar esa tierra, que en su HIJO tiene todo el alimento necesario para morir en su semilla y dar frutos abundantes en verdad y caridad.
También, por añadidura, los frutos traerán vitaminas y complementos que reforzaran su propio desarrollo y revitalizaran las hojas y tallos para que se multipliquen y crezcan en madurez y sabor. Todo será de buena calidad y en abundancia, y cada día crecerán más frutos y mejores. El Dueño y SEÑOR los podará y los cuidará para que crezcan en ÉL y con ÉL.
Y estando injertado nada hay que temer, pues los frutos están garantizados y en abundancia. Sin embargo, ocurre que aquel sarmiento que se despega, que se deja deslumbrar por el colorido y resplandor del terreno, que se apega a su propia confianza, suficiencia y seguridad, y que dormido en las olas del hedonismo y apetencias queda desligado de su vital Alimento, termina por sucumbir a las plagas, a las tormentas, a las heladas y pierde lo que podía tener y, aún, perderá todo lo que tiene: el mayor regalo que el hombre puede recibir: "La Vida de la Gracia", o lo que es lo mismo: "LA MISMA VIDA DE DIOS.
EL VINO NUEVO...tercer milenio.
ResponderEliminarBella presentación. Me hizo recordar el vino que en la fiesta de Israel llamada DE LOS TABERNÁCULOSL...se recogía en un recipiente de oro.
Otro sacerdote derramaba agua sobre el altar.
Jesús, hoy y siempre. EL AGUA Y LA SANGRE...que brotan de su "costado". Nos lavan, y nos embriagan.
Cuando no ponemos todos nuestros talentos en función del bien común, de los demás, perdemos la oportunidad de hacerlo producir y dar frutos. Es entonces cuando perdemos hasta lo que teníamos.
ResponderEliminarUn abrazo en XTO.JESÚS.
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