CUANDO EL HORIZONTE SE APAGA

Hay un momento en nuestra vida que el horizonte se desdibuja, no se ve con claridad, se nubla y casi se apaga. Es, entonces, cuando la vida parece que no tiene sentido y se nos ocurre muchas cosas que nos hablan de desaparecer. Muchos las superan, pero otros terminan ahí su camino.

La hora de la jubilación, la ruptura del matrimonio, la enfermedad u otras situaciones adversas, nos hacen tambalearnos y desdibujan el horizonte de nuestra vista. Es la constancia y la voluntad la que nos pueden ayudar a mantener ese horizonte nítido, claro y, aunque lejos, siempre como una meta a alcanzar. El amor, esa voluntad y constancia, esa fidelidad como respuesta, es lo que convierte nuestra vida en algo vivo, que no acabe como una planta mustia por falta de regarlo.

El amor es algo misterioso, pero vale la pena cultivarlo, pues es la esencia de la vida, y a veces miramos hacia afuera, queremos cambiar las situaciones pensando que teniendo lo que deseamos seremos felices, y sería conformismo no aceptar nunca cambios. Porque hay cambios, pues somos nosotros los que hemos ido cambiado desde jóvenes a maduros, y así sucesivamente...

Y la vida cambia con nosotros. Es, pues, una necesidad aceptar los cambios. Y el amor, que crece y se desarrolla con nosotros, también irá cambiando, un cambio a aglutinar, a amasar, a tolerar, a comprender, a servir y a aceptarnos. A tener más voluntad y empeño de querernos hoy menos que mañana.