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viernes, 10 de enero de 2025

HABLEMOS DE LOS VALORES EN EL CINE

Hay muchos momentos en nuestra vida que, quizás, sin darnos cuenta nos metemos en una jaula – a veces de oro, pero otras veces de podredumbre – arrastrados, ora por nuestra ambición, ora por nuestra comodidad, soberbia o arrogancia. En el fondo es nuestra propia vanidad la que cierra nuestros ojos y oscurece nuestra mente.

Ese es el caso que nos cuenta la película que hoy abordamos: «La jaula de oro - https://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-4803/», la historia de un reportero que se ve metido, sin pretenderlo, en la alta sociedad y enamorado de una bella aristócrata, Ann Schuyler que termina por enjaular a  Stew Smith , el reportero aludido.

Hemos sido creados en libertad, pero, a muchos se nos priva de ese privilegio que nos viene dado de arriba. Nuestro Padre Dios así nos ha creado, pero, otros dioses más pequeños y falsos – los hombres – nos la quitan enjaulándonos en jaulas, a veces de oro y a veces – lo más frecuente – en jaulas de hojalata que nos llevan a la explotación y miseria.

En la película, a través de su trama, vamos descubriendo esa realidad que, tanto ayer, como hoy, sucede en nuestra vida. El mundo seduce; el demonio se encarga de que te dejes seducir; la carne, tu propia debilidad, se presta a que piques y entres en esa trampa dejándote seducir. Y sin darte cuenta te ves prisionero de tus propios vicios; tu voluntad secuestrada y débil, y enjaulado, bien sea en una jaula de oro o de hojalata. El resultado es el mismo sea una u otra, la privación de tu libertad, de ser tú mismo y de actuar por iniciativa propia.

El amor se esconde y viste de interés, de beneficio, de provecho. Interesas tú porque satisface mis egos, mis caprichos, mis pasiones, mis gustos ...etc. Pero, en cuanto todo eso se vea alterado por la realidad, por las limitaciones, por el pensamiento, por la libertad, por ser tú mismo, sale a relucir la verdad y el amor descubre su mentira y falsedad. Porque, un amor que no esté apoyado en el desinterés, el la gratuidad o en la renuncia y sacrificio, no se da, sino que exige. Y la exigencia priva tu libertad. Por tanto, ese amor no es libre, querido ni voluntario. 

Vamos observando como se va perdiendo – involución – el respeto a la propia defensa de tu persona; el respeto a demandar la defensa de tu honor y libertad. Hoy se publican cosas sin estar fundamentadas en hechos y pruebas objetivas. Cualquier rumor, se dice, se oye …etc. se publica en la prensa o se oye en los medios televisivos. Se ha perdido la defensa del honor. E incluso, habiendo pruebas de delitos, no se toman las pertinentes medidas. De modo que se miente y se continua en el cargo.

En resumidas cuentas, experimentamos que caminamos como los cangrejos, para atrás en lugar de ir para adelante. Es decir, lo lógico sería que hoy hubiese más respeto, más libertad, más derecho a la vida, al honor, a la verdad y, en correspondencia más aversión a la mentira, al delito y a lo falso. Sin lugar a duda, el buen cine nos enseña y recuerda donde estamos.

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