¿Qué diferentes las familias de nuestra época? Sí, puedes encontrar en ellas muchos defectos, errores y equivocaciones, pero había un equilibrio y, con buena voluntad y madurez los problemas se resolvían, aunque no al gusto de todos. Sin embargo, existía el abuso, la imposición, la injusticia y el pecado. El machismo era notorio y la mujer sufría la dictadura del hombre. Todo hay que decirlo.
Asintió Manuel. ─La vida del ser humano debe ser ascendente. Es decir, debe caminar hacia delante e irse perfeccionando cada vez más. Sin embargo, hay etapas y momentos que todo parece ir en sentido contrario. Hay una cosa que me preocupa ─espetó Manuel con tensa preocupación─ el poder del ser humano. Y eso lo experimento en la medida que los avances técnicos avanzan. Hoy la vida sigue igual que ayer. Me refiero a los valores y pasiones del ser humano. Y, ¡por cierto!, la familia, no es que fue, sino que es y será siempre el centro y la célula fundamental de la sociedad.
─¿A qué te refieres? En qué sentido ─irrumpió Pedro─.
─A la tentación de, sintiéndose fuerte y poderoso, querer dominar el mundo.
¿Te refieres a los libros, en cierto sentido proféticos de Aldous y George? ─añadió Pedro─.
─A eso me refiero. ¡La Globalización!
─Sí, afirmó Pedro. Los movimientos y la tendencia que se palpan en el mundo descubren que se camina en ese sentido. Indudablemente, el ser humano es un peligro si queda atrapado en la ambición de su propia red.
─Pero, volvamos a nuestro tiempo. Era hermoso tener ideales, porque, ¿crees que una persona sin ideal puede crecer y madurar? Te respondo con firmeza y seguridad. ¡No!, jamás. Una persona necesita, de la misma manera que un coche necesita un motor para caminar, un ideal para aspirar a ser más persona y llenarse de vida y esperanza cada día. Y, si te fija, Pedro, lo descubres en tu misma experiencia de vida, dijo Manuel.
Recuerdo cuando era niño las fantasías y deseos de aprender, de ganar en los juegos que participaba, de ser mayor, de ir subiendo. Todo eso, que bullía dentro de ti casi sin darte cuenta, iba moviéndote y haciendo que caminarás con esperanza, con alegría y fuerza cada día. Diría que eran ideales naturales que vivían dentro de ti.
─¡Claro ─exclamó Pedro!─ y, también sin darte cuenta empiezan a aparecer los ideales, proyectos que en tu corazón empiezan a despertar. Simultáneamente, lo físico y espiritual se entremezclan, y al desarrollo de los genitales corresponden también los sexuales. Despiertan las pasiones, los deseos, el sexo, las ambiciones…etc. Sí, es la época de las novias y novios, las relaciones, los intercambios, los proyectos, las ideas, los principios y convicciones y… Nace también el peligro y el riesgo.
─Recuerdo ─dijo Manuel─ cuando era joven. Hoy vuelvo la mirada hacia atrás y veo con mucha más claridad el peligro que corrí en aquellos años de juventud. Tu vida puede estropearse si no sabes mantener el equilibro de tus propias pasiones. Son momentos muy importantes donde rodearte de alguien que te pueda ayudar es muy importante. Pero, más importante es que tú mismo descubras la necesidad de esa ayuda y te dejes ayudar.
─Sé de mucha gente que ha estropeado su vida por no orientarla bien y dejarse llevar por el disfrute de sus propias pasiones. Confieso, continúo Pedro, que son momentos vitales y que necesitas mucho tener un freno, alguien que te dé ese Ideal superior por el que descubras que vale la pena luchar contra ti mismo, Porque, el peligro, Manuel, está dentro de ti.
─Así es y así lo pienso, Pedro. Recuerdo que siempre tuve cierta inquietud trascendente. No sé por qué razón eso estaba dentro de mí. Me pregunto, ahora, después de mucho tiempo, si eso fue un toque o llamada que me empujaba a cambiar el rumbo de mi vida. Bien es verdad, dijo Manuel, que las cosas que el mundo me ofrecía no respondían a lo que yo buscaba. Placeres y disfrutes sí, pero, ¿y después? Sentía una gran responsabilidad por mi futuro y por mi compromiso de ganar el pan, que hasta ese momento me lo habían regalado mis padres, por mí mismo.
Pero, también sentía miedo, ese miedo – santo temor – a perder mi vida dependiendo de mí, cuando empecé a oír hablar de Jesús de Nazaret. Algo había en mi interior que me tenía expectante, intranquilo, inquieto… Y surgió la ocasión. Asistí a unos ejercicios, por aquella época obligatorios la asistencia, pero a nada te obligaban después. Lo prueba que todos, no recuerdo, ni sé de ninguno, que se sintiera afectado como yo.
Nadie me obligó a nada. Fue una decisión libre y, aunque mi vida siguió más o menos igual, aquella semilla plantada en mi corazón daría sus frutos más tarde.
─A propósito de la libertad. Nuestra época ─interrumpió Pedro─ estaba controlada o censurada. ¿Recuerdas los controles para asistir al cine? Las censuras de las películas nos impedían asistir a los menores de edad. Y recuerdo que muchos nos acusábamos de pecado si burlábamos esa prohibición.
─No sé decirte si estaba bien o no ─dijo Manuel─ pero, ahora viéndolo de lejos lo entiendo y creo que nos hizo mucho bien. ¿No hicimos nosotros lo mismos con nuestros hijos a esas edades? ¿No hay un control, o al menos se le sugiere a los padres, con las películas y programas de la tele? Sí, supongo que en nuestra época hubo imposiciones y dictaduras. Pero, quizás nosotros, más jóvenes no lo sufrimos tanto.
Sin embargo, dentro de todo el control que había, se estudiaba y se formaba la gente en criterios de valores, de justicia y de paz. España fue creciendo y sin distinciones de izquierda y derechas. Y nosotros somos testigos directos de esa época.
─¿No lo crees así, Pedro?
─Sí, pienso que hay una gran diferencia. Antes se podía vivir, aspirar a tener algo y educarse para ser una persona preparada que pudiera aspirar a un puesto mejor remunerado y de más categoría. Algo digno a lo que toda persona aspira.
─¿No te parece? Eras libre para decidir por ti mismo y por lo que querías hacer. Claro, la política estaba prohibida, pero no te imponían ningún pensamiento. Ni siquiera la Iglesia te obligaba a creer. Mi padre, por ejemplo, no iba a misa. Y muchas otras personas mayores se confesaban anticlericales. Y se les respetaba y, aunque había una censura política, no te impedía vivir de acuerdo con tus ideas.
Sin embargo, hoy se quiere controlar y educar según un pensamiento proyectado e ideado desde el Estado. Un Estado papá al que tus hijos pertenecen. Eso se ha dicho desde el Gobierno. ¿Es eso libertad?
─Claro ─respondió Manuel─. Yo también noto esa diferencia. Ahora esa libertad se encuentra amenazada y hay una tendencia a controlarte. De hecho, mucha parte de la prensa importante y medios de televisión están subvencionados y controlados por el Gobierno. ¿Por qué lo digo?, pues, porque las noticias, que descubren mentiras o ilegalidades, cuando vienen del lado del Gobierno no se publican ni se airean en esos medios. Pasan desapercibidas y no llega al pueblo llano y sencillo.
─Y, ¿por qué ocurre esto? ─preguntó con cara de asombro y extrañeza Pedro─. Posiblemente, porque las heridas de la guerra siguen abierta. Una guerra mal entendida por los que la han perdido, porque, en las guerras se lucha y se mata, pero, una vez terminada se hace la paz, se intenta cerrar las heridas y construir la buena convivencia y armonía dentro de un clima y ambiente de justicia y libertad.
─¿Y qué ha sucedido para que eso continúe? ─dijo Pedro.
─Lo de siempre ─replicó Manuel─. La envidia, el deseo de venganza y la ambición de poder, Y, posiblemente, la inclinación a mandar y hacer el mal. No hay otras razones. El problema es el propio ser humano que, sometido a sus propias pasiones, desata el deseo del mal que vive dentro de él.
Franco es culpable de todo, y, esa es simplemente la causa para justificar sus cegueras. Han quedado atrapados y anclados en ese momento de la historia y, a pesar de que han pasados bastantes años, siguen atrapados y no son capaces de descubrir ese autoengaño que les incapacitan para darse cuenta de que tienen un problema, un gran problema, un deseo de poder, alimentado por la venganza. Quieren mandar e imponer sus ansías de dirigir sus propias leyes que convierten en ideologías y con las que someten a los demás. Quien no las cumplen quedan excluidos y se les margina marginándolos y situándolos en los niveles sociales más bajos. Los llamados a vivir de una manera esclavizadas.
Y lo justifican hablando de derechas y de castas, de franquismos y dictaduras. Todo lo que sea válido, independiente de que sea verdad o mentira, para justificar ese desmedido y maligno deseo de poder e imponer sus maneras de pensar y de entender la vida. Claro, ellos están excluidos de esos controles, porque, ¡son ellos los que controlan!
Pero, ─¿qué realmente pasó en aquellos tiempos? ─Se interesó Pedro en preguntar─.
─Hay muchas historias según del color que les gustaría pintarla, pero, mirando y leyendo las más serias y desde todos los ángulos, la historia está llena de pecados por ambas partes. Unos y otros son culpables, porque, cuando uno no quiere dos no pelean. Pero, eso, amigo Pedro, continuó Manuel, exige buenas intenciones y deseos de construir un país donde impere la verdad, la justicia, la libertad y los derechos fundamentales que la propia dignidad de la persona demanda. Y cuando uno no quiere eso, sino coger el mando para imponer sus pensamientos, aparece la confrontación y las guerras.
─Y me imagino ─replicó Pedro─ hay muchas mentiras, demagogias y segundas intenciones escondidas en la búsqueda de sus propios intereses e ideologías.
─Hay de todo. Por ejemplo, ¿qué ves ahora? ¿No te das cuenta que la izquierda usa la memoria histórica de manera ideológica para abatir a la derecha y perpetuarse en el poder? No buscan la verdad ni el bien, ni siquiera la venganza. Es mucho peor, la usan para, engañando y poniendo a los de derecha como dictadores y culpables de todo lo que ha pasado, sostenerse ellos en el poder.
─Sí, estoy completamente de acuerdo, murmuró Pedro. Es lo que veo que está sucediendo ahora en este tiempo. Disfrazan la verdad con mentiras y hacen imposible el diálogo y el razonamiento. No puedes enfrentarte con otro que no responde a lo que le planteas, sino que miente y derrumbas todo lo que le planteas con mentiras. Así, de esa manera se hace imposible dialogar y llegar a acuerdos con sentido común y pensando en el bien de los ciudadanos. Tanto de derecha como de izquierda.
Estaba oscureciendo y se acercaba la hora de retirarse a casa. Había serias preocupaciones porque la deriva política no pintaba bien. Habían pasado muchos años y parecía que todo lo acontecido atrás volvía a revivir buscando confrontación. Ambos amigos tomaron el camino correspondiente y reflejando un semblante preocupado se despidieron. Habría, pensaron, más momentos para el dialogo y el recuerdo.
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