Es inútil que te empeñes en cambiar a alguien. No está el cambio en tu saber y tu buena preparación, ni siquiera en tu palabra. Sólo tu testimonio, tu ejemplo y tu comprensión pueden hacer mella en el corazón del otro y empezar, por obra y Gracia del Espíritu Santo, a transformar su corazón encerrado en sí mismo, en un corazón abierto a los demás.
Y eso tiene sólo una palabra: "Amor". Es el amor lo que puede transformar el corazón de los demás. Por eso ese hermoso y gran mandato del Señor: "Aménse los unos a los otros como Yo les he amado". No hay otro secreto ni otro método. Sólo el amor podrá cambiarte.
Trata de amar y amar sin importarte sus respuestas ni sus actos. Tú y yo el mandato que tenemos es amar como Él nos ama a nosotros. Todo lo demás corre de su cuenta. El amor transforma. Bien lo sabe Jesús que se entregó, por amor, a morir en la Cruz.
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