Vivimos en un país de ciegos, pues buscamos la felicidad donde nunca la podremos encontrar. No es cuestión de placeres, de buenos ratos, de consumo ni de satisfacciones. Tampoco la encontrarás en el poder, en la riqueza o en el desenfreno. No, definitivamente no se encuentra en este mundo, pero sí puedes encontrarla por el hecho de vivir en este mundo. Pero, eso te toca descubrirlo a ti.
Tendrás que experimentarlo, porque cuando experimentas el amor, descubres simultáneamente el gozo y la alegría que te llena de felicidad. Una felicidad fugaz, quizás, pero muy próxima a la plena felicidad. Porque es en el amor donde se esconde y te espera. La felicidad nace en y con el amor. El amor de darse, de renunciar a ti por dar alegría y alivio al otro.
Sólo un encuentro con Jesús, plenitud eterna de felicidad, te puede desvelar el único y verdadero secreto de la felicidad. Que no es pasarlo bien ni solucionar todos los problemas, pero si es descubrir y experimentar el gozo de que tu vida tiene sentido y vive en la esperanza de, cuando llegue tu final aquí, empezar la plenitud Eterna en el otro mundo. Un Reino de paz, justicia y amor.
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