EL PASO DE CEBRAS

Algo tan frecuente, sencillo y que hacemso a diario, puede contener profundas enseñanzas y lecciones que nos pueden ayudar a crecer y mejorar como personas. La cuestión, como todas las cosas, es la observación, el deseo de mejorar y la necesitada reflexión. Sin pararnos a pensar y reflexionar sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos, difícilmente creceremo en la vida.

Y la vida será lo que tú le des. No esperes recibir lo que tú no estás dispuesto a dar. Tu camino será el que tú seas capaz de caminar y de la manera que tú quieras caminar. Otra cosa es que en el camino puedas encontrar ayuda y señales de alguien que te acompaña.

Por eso eres libres, para poder responder de tus actos y de tu camino. Se nota en muchos aspectos de nuestra vida, y descubre la educación y la actitud que llevamos desde pequeño. No es cuestión de mirar las normas y leyes, se impone el sentido común. El paso de peatones o paso de cebra es un paso preferente concensuado.

Concensuado porque de no estar ambos, conductor y peatón de acuerdo, puede traer consecuencias trágicas siempre, en la mayoría de los casos, para el peatón antes que para el conductor. No sé que dice el código de tráfico, pero diga lo que diga, el peatón debe saber que es él mismo quien tiene más que perder. 

Todo me ha venido a la reflexión al observar a los peatones, la mayoría turistas o extranjeros residentes, que a la hora de atravesar un paso de cebra, a pesar de ser preferentes para ellos, invitan al conductor a que les tenga en cuenta y les conceda el paso. Me llama la atención como, tras el acuerdo mutuo, pasan tranquilos sin dejar de hacer un gesto de agradecimiento y sana convivencia peatonal.

Por el contrario, observo también en otras personas, frecuentemente del país, que se atreven a pasar desviando la mirada con desafío y amenaza, reflejando que son ellos los que tienen el derecho. A veces invadiendo la calzada de forma acelerada y no a la distancia reglamentaria. Aunque no dejan de mirar con el rabillo del ojo, por si acaso. Nadie les discute que tengan preferencia, pero siempre es mejor llamar la atención del conductor por si este va despistado, pues los más perjudicados son ellos mismos.

Lo importante es concluir que siempre es mejor ponerse de acuerdo, que exigir derechos que después somos nosotros mismos los que no cumplimos. Y como siempre eso debe empezar a inculcarse en la escuelas de conductores, pero también en las familias. El diálogo, incluso hasta en las cosas del tráfico, se hace necesario.