Tú no puedes provocar
la muerte de nadie, menos de un ser inocente. Si no deseas un hijo, abstente de
la posibilidad de tenerlo, porque no tienes derecho a quitarle la vida.
Es fácil mirar para otro lado y confesar que nadie puede
obligarte a pensar como tú crees. Pero por mucho que quieras negar la
evidencia, sabes que la vida hay que respetarla. Y no vale decir que tienes
derecho a pasarlo bien y a disfrutar del sexo, porque eso exige responsabilidad
y compromiso.
Atrévete a ponerte en su lugar. Imagínate feto dentro del
seno de tu madre, y condenado por ella a morir por causa de su egoísmo e
irresponsabilidad. ¿Te parece justo y digno?
La vida es un derecho
de todo ser humano, y el embrión lo es porque pertenece a esa especie.
Los embriones humanos no son juguetes ni caprichos que
pueden ser desechados según te parezca. Son personas con tus mismos derechos.
Es posible que quieras vivir tu vida y dar rienda suelta a
tus pasiones, pero eso no te da derecho a matar vidas humanas inocentes.
Tu conciencia te exige abstenerte de tu pasión antes que
engendrar una vida para matarla porque no la deseas.
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